CIELO Y TIERRA PASARÁN MÁS TUS PALABRAS NO PASARÁN |
MEDITAMOS:
Ya estamos llegando al final de otro año litúrgico. Nuestro calendario católico termina con el domingo de la celebración de Jesucristo Rey del Universo, que es el domingo que viene. Jesús nunca nos ha querido meter miedo sino que ha insistido en que siempre estemos preparados. El que tiene miedo no puede amar de verdad pues el amor nos libera de todos los miedos. Todas las cosas creadas en el tiempo y en el espacio se gastan y se deterioran y llegará un momento en que todo se acabe. Así como todo salió de las manos de Dios Él es el único que tiene el saber y la llave para cerrar el ciclo de este maravilloso universo. El hombre, a quién Dios hizo a su imagen y semejanza, no encuentra la plena felicidad en la cosas pasajeras: en lo que está en el tiempo y en el espacio, sino en ese Reino de amor que Jesús, con su muerte y resurrección nos alcanzó y que nosotros, deseamos y trabajamos por alcanzar con la ayuda divina.
PARA VIVIR:
En vez de miedo debemos estar agradecidos porque la felicidad que nos espera nunca se acabará y es tan grande que no la podemos ni imaginar. El reto es que ese mensaje de amor y de salvación llegue a todos los hombres del mundo para que todos se conviertan del egoísmo y la injusticia y puedan gozar de la total felicidad en Dios.
Para esto somos todos misioneros, para anunciar la Buena Nueva de Cristo Salvador.
te pedimos nos enseñes
a tener los ojos abiertos,
los oídos despiertos
y el corazón dispuesto para ver,
escuchar y actuar.
Como tú, haz
que pongamos la mirada en Dios,
para que lo podamos ver
y escuchar en los acontecimientos
que ocurren, en los sencillos,
en los generosos, en los que comparten,
en los que lo dan todo,
en los pobres y más necesitados del mundo. Amén.
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio. Después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
- Contesta: -¿Cómo dice Jesús que lo verán al final de los tiempos?
-¿A qué compara Jesús lo que va a suceder?
-¿Cuándo Jesús habla de lo que sucederá al final, es para meternos miedo?-¿Quién es el único que conoce el momento en que este mundo dejará de existir? - El Texto: El calendario litúrgico esta llegando a su fin. Estamos en el penúltimo domingo del año litúrgico. El próximo domingo será la festividad de Cristo Rey, y las lecturas ya nos van preparando y ambientando a esta celebración. En este domingo leemos el evangelio de San Marcos, en su capitulo décimo tercero. El relato tiene dos partes muy importantes, y ambas estrechamente relacionadas. La primera sobre la manifestación gloriosa del Hijo del hombre, y la segunda sobre la parábola de la higuera.Jesús comienza nombrando los signos que ocurrirán luego de una gran tribulación por la que el mundo deberá pasar. Después de estas tribulaciones, habrá ciertos signos que darán cuenta de la manifestación gloriosa del Hijo del hombre. Recordemos que el titulo mesiánico “Hijo del hombre”, hace referencia a Jesús.Esta venida gloriosa del Hijo del hombre, también recibe el nombre de “PARUSIA”. Con este término que significa “presencia o llegada”, se denomina al acontecimiento esperado al final de la historia, la segunda venida de Cristo a la tierra. Esta venida será llena de poder, y de gloria, de allí que la lectura dice que vendrá junto con sus ángeles, y congregarán a todos los elegidos desde los cuatro puntos cardinales.Jesús una vez más hace uso de una parábola, y pide a sus discípulos que la aprendan. En este caso utiliza la imagen de la higuera, árbol muy común de aquel lugar. Ciertos signos y señales nos hablan acerca de la pronta venida de Cristo, de la misma manera que ciertos cambios en la higuera o en cualquier otra planta nos hablan de la llegada de la primavera y del verano. Jesús con esta comparación busca que sus discípulos siempre estén a la espera de lo que vendrá, atentos a los signos de los tiempos, aún sin saber cuándo ocurrirá. “Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto”. Durante mucho tiempo ha existido gran especulación sobre el significado de estas palabras. Los Padres de la Iglesia afirman que estas palabras sirven e influyen para que cada generación piense que el final ocurrirá en su tiempo, y de esta forma estén siempre vigilantes, y buscando la salvación.El cielo y la tierra pasarán, pero sólo la Palabra de Dios que existe desde el principio, permanecerá. Esto nos recuerda que todo lo efímero y terrenal tiene un fin, pero sólo su Palabra que es Vida y Salvación permanece para siempre.Sólo el Padre sabe cuando será el final de los tiempos. Jesús, como hombre, recibió del Padre un cabal conocimiento de lo que concierne a su misión; pero podía ignorar, y aquí él mismo lo afirma, ciertos detalles del plan de Dios. Las decisiones referentes al Reino de Dios aparecen en el Evangelio como reservadas al Padre.Jesús pone en cada uno, como fruto de la confianza en el plan de Dios, el don de la esperanza. No es importante conocer el momento, el día o la fecha: sino saber que está todo en manos de Dios.
- Reflexión:
- Papa Francisco:
- Oración: Respondemos al Señor:
Saber que Jesús vendrá en su gloria al mundo, ¿Qué me genera? ¿Miedo, temor, alegría, o confianza, etc.? Y si Jesús vendría hoy mismo, ¿Cómo me encontraría? ¿Me propongo vivir cristianamente como si Jesús fuera a venir hoy mismo?
¿Vivo con consciencia e intensidad cada minuto de mi vida? ¿Comprendo que no soy el dueño ni del tiempo, ni de la vida? ¿Qué me genera saber esto? ¿Me lleva a vivir de otra forma?
¿Estoy atento a los signos de los tiempos? ¿Cómo veo el tiempo presente, y el futuro del mundo? ¿Vivo con esperanza? ¿Qué es lo que espero? ¿Espero al Señor de la Vida, o pongo mi esperanza en cosas superficiales?
¿Qué significa para mí, saber que todo pasará, excepto la Palabra de Dios? ¿Entiendo que tantas situaciones difíciles, y dolorosas tienen un fin? ¿Me alimento de la Palabra de Dios que permanece, y que da vida?
. Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado… El problema no es «cuándo» sucederán las señales premonitorias de los últimos tiempos, sino el estar preparados para el encuentro. Y no se trata ni si quiera de saber «cómo» sucederán estas cosas, sino «cómo» debemos comportarnos, hoy, mientras las esperamos. Estamos llamados a vivir el presente, construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios.
· La parábola de la higuera que germina, como símbolo del verano ya cercano dice que la perspectiva del final no nos desvía de la vida presente, sino que nos hace mirar nuestros días con una óptica de esperanza. Es esa virtud tan difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña de las virtudes, pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del Señor resucitado, que viene «con gran poder y gloria», que manifiesta su amor crucificado, transfigurado en la resurrección.
· El triunfo de Jesús al final de los tiempos, será el triunfo de la Cruz; la demostración de que el sacrificio de uno mismo por amor al prójimo y a imitación de Cristo, es el único poder victorioso y el único punto fijo en medio de la confusión y tragedias del mundo.
· El Señor Jesús no es sólo el punto de llegada de la peregrinación terrena, sino que es una presencia constante en nuestra vida: siempre está a nuestro lado, siempre nos acompaña; por esto cuando habla del futuro y nos impulsa hacia ese, es siempre para reconducirnos en el presente. Él se contrapone a los falsos profetas, contra los visionarios que prevén la cercanía del fin del mundo y contra el fatalismo. Él está al lado, camina con nosotros, nos quiere.
· Quiere sustraer a sus discípulos de cada época de la curiosidad por las fechas, las previsiones, los horóscopos, y concentra nuestra atención en el hoy de la historia… Esta presencia de Jesús nos llama a la espera y la vigilancia, que excluyen tanto la impaciencia como el adormecimiento, tanto las huidas hacia delante como el permanecer encarcelados en el momento actual y en lo mundano.
· También en nuestros días no faltan las calamidades naturales y morales, y tampoco la adversidad y las desgracias de todo tipo. Todo pasa —nos recuerda el Señor—; sólo Él, su Palabra permanece como luz que guía, anima nuestros pasos y nos perdona siempre, porque está al lado nuestro. Sólo es necesario mirarlo y nos cambia el corazón.
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh, Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna. (S. Francisco)
Expresamos nuestras intenciones y decimos Amén
Y así, vamos pidiéndole al Señor
ser testigos de la resurrección para que otros crean.
- Interiorizamos la Palabra de Dios: Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón versículo 31:«El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán»
- Me comprometo: Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
MIS PALABRAS NO PASARÁN Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy me comprometo a ser un cristiano marcado por la esperanza. Repaso actitudes cotidianas en las cuales, actúo con pesimismo, desilusión, y desconfianza. Y me comprometo a revertir estas actitudes, por la esperanza del solo hecho de ser cristiano. Me preparo así para que la venida de Cristo no me sorprenda.En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad marcada por la esperanza en el Reino Celestial. Como grupo decidimos realizar acciones concretas, y fáciles de concretar para llevar nuestra esperanza a cuantos están transitando situaciones difíciles y dolorosas (enfermedad, soledad, desempleo, etc.).
2. Aprende y Colorea:
3. Ve el vídeo "Aliento desde lo profundo"
4. Realiza el puzzle:
Cantamos "Cielo y tierra pasarán...más tu palabra no pasará"
¡SEÑOR, ALIMENTA
NUESTRA ESPERANZA!
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