San Juan Bautista fue elegido por Dios para preparar el camino de Jesús. San Juan Bautista predicaba en el desierto, invitando a las personas a cambiar su corazón y a estar listas para recibir al Salvador.
Aunque mucha gente pensaba que él era el Mesías, San Juan Bautista siempre decía: ‘Yo no soy el que esperáis. Después de mí viene alguien más grande, al que ni siquiera soy digno de desatarle las sandalias.’
PARA LA VIDA:
San Juan Bautista nos enseña que la verdadera grandeza está en ser humildes y en servir a los demás. Al igual que él preparó el camino para Jesús, nosotros podemos hacerlo en nuestra vida ayudando a los demás, siendo amables y mostrando con nuestras acciones que Jesús está en nuestro corazón.
Gracias Jesús,
por acompañarme siempre
y ser mi AMIGO
desde que el cielo se abrió para mi
en mi bautismo: "Soy hijo/a amado de Dios" Amén.
¿Qué es el Bautismo?
ACTIVIDADES:
1. Ve o lee de nuevo el Evangelio. Después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
- Contesta:
¿Cómo comienza el texto? ¿Cómo estaba la población?
¿Qué se preguntaban entorno a la figura de Juan el Bautista?¿Con que bautiza Juan? ¿Qué dice del que vendrá después de él? ¿Con que bautizará este?
¿Qué hacía Jesús mientras era bautizado?
¿Qué signo sorprendente ocurrió? ¿De qué forma descendió el Espíritu Santo sobre Jesús?
- El texto: comenzamos el tiempo litúrgico ordinario durante el año.
El Bautismo de Jesús es un acontecimiento importante, ya que marca el inicio de su vida pública. Comienza la lectura diciéndonos que el pueblo estaba a la expectativa ante la persona de Juan el Bautista. Esto se debe a que Israel durante varios años vivió una “ausencia” de profetas en su pueblo, y la llegada de Juan significó una buena noticia. Por fin había de nuevo un profeta cuya vida también le acreditaba como tal. Notablemente diferente a los demás, por su estilo de vida, su forma de hablar y su mensaje, constituía un nuevo paradigma que difícilmente tendría similitudes a otros. Era tan grande la impresión causada por este, que muchos comenzaron a señalarlo como el Mesías esperado
Juan invitaba a un bautismo que se distinguía de las acostumbradas abluciones religiosas. Este bautismo se caracteriza por no ser repetible, y por ser la consumación concreta de un cambio que determina de modo nuevo y para siempre toda la vida. Está vinculado a un llamamiento ardiente a una nueva forma de pensar y actuar, está vinculado sobre todo al anuncio del juicio de Dios y al anuncio de alguien más Grande que ha de venir después de él.
Juan bautiza con agua, pero el más Grande, aquel bautizará con el Espíritu Santo y con el fuego, está por llegar. Y Juan reconoce la autoridad y el honor de esta persona, a la que afirma que no es digno de desatarle la correas de las sandalias.
Jesús quiere ser bautizado, y se mezcla entre la multitud de pecadores que esperan a las orillas del Jordán. Puesto que el bautismo de Juan comporta un reconocimiento de la culpa y una petición de perdón para poder empezar de nuevo, este sí a la plena voluntad de Dios encierra también, en un mundo marcado por el pecado, una expresión de solidaridad con los hombres, que se han hecho culpables pero que tienden a la justicia. De esta manera Jesús carga con la culpa de toda la humanidad; y entró con ella en el Jordán.Lucas nos dice que Jesús recibió el bautismo mientras oraba, es decir, entra en diálogo con el Padre. El Cielo se abre, y el Espíritu Santo bajó sobre Jesús como una paloma, y se oyó una voz del cielo que se dirige a Jesús “Tú eres mi hijo querido, mi predilecto”. El Espíritu Santo es representado “como una paloma”, probablemente, a causa del primer versículo del Génesis, donde el Espíritu de Dios, según la tradición judía, aleteaba sobre las aguas “como una paloma”. Este símbolo evocaría entonces la nueva creación inaugurada en el bautismo de Jesús.
- Reflexión: Nos hacemos unas preguntas y vamos reflexionando:
La imagen del cielo abierto, nos habla de la plena comunión de Jesús con la voluntad del Padre, y a ello se añade la presencia del Espíritu Santo, las tres personas de la Santísima Trinidad.
- Papa Francisco:
- Oración:
¿Siento, al igual que Juan el Bautista, que ante Jesús nos encontramos con una “gran persona”? ¿Qué siento al conocer que Jesús, que no tenía necesidad de ser bautizado o de ser perdonado, se bautiza para cargar el pecado de la humanidad? ¿Comprendo que este es un gesto de amor, y que lo hace por mí?¿Qué me dice a mí hoy, esta actitud orante de Jesús en todo momento y lugar? ¿Yo también oro al Padre, tanto en los momentos trascendentes como en la cotidianidad? ¿Qué lugar ocupa la oración en mi vida? ¿Lo hago con plena consciencia, o me dejo llevar por una recitación mecánica de palabras?
¿Me doy cuenta de que fui bautizado en el fuego y en el espíritu como predicó Juan? ¿Soy agradecido a Dios por mi condición de bautizado, que me permite ir de modo más viable a su encuentro?
¿El Bautismo del Señor me hace recordar que también yo un día fui bautizado y que por lo tanto soy hijo de Dios? ¿Qué significa para mí estar bautizado? ¿Entiendo que ser bautizado es una gracia, pero a la vez un apremiante llamado al servicio?
¿Qué me produce escuchar las palabras de Dios Padre a su Hijo? ¿Siento algunas veces que Dios me habla de este modo, me expresa su amor, y me convoca a la misión?
El Evangelio nos presenta a Jesús, en las aguas del río Jordán, en el centro de una maravillosa revelación divina: «Cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado, mientras oraba… «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco»». De este modo Jesús es consagrado y manifestado por el Padre como el Mesías salvador y liberador.
¡Pensemos a qué dignidad nos eleva el Bautismo! «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!». Tal estupenda realidad de ser hijos de Dios comporta la responsabilidad de seguir a Jesús, el Siervo obediente, y reproducir en nosotros mismos sus rasgos, es decir: es decir, mansedumbre, humildad y ternura.
Sin embargo, esto no es fácil, especialmente si entorno a nosotros hay mucha intolerancia, soberbia, dureza. ¡Pero con la fuerza que nos llega del Espíritu Santo es posible! El Espíritu Santo, recibido por primera vez el día de nuestro Bautismo, nos abre el corazón a la Verdad, a toda la Verdad.
El Espíritu empuja nuestra vida hacia el camino laborioso pero feliz de la caridad y de la solidaridad hacia nuestros hermanos. El Espíritu nos dona la ternura del perdón divino y nos impregna con la fuerza invencible de la misericordia del Padre. No olvidemos que el Espíritu Santo es una presencia viva y vivificante en quien lo acoge, reza con nosotros y nos llena de alegría espiritual.
Hoy, fiesta del Bautismo de Jesús, pensemos en el día de nuestro Bautismo. Todos nosotros hemos sido bautizados. Festejar este día significa reafirmar nuestra adhesión a Jesús, con el compromiso de vivir como cristianos miembros de la Iglesia y de una humanidad nueva, en la cual todos somos hermanos.
Gracias, Señor,
por el sacramento del bautismo
que nos hace hijos tuyos
por medio del agua
que riega y fecunda
con tu gracia, y por el Espíritu
que enriquece con tu vida
hasta hacer que seas tú
quien vive en nosotros
y que tu amor nos posea
para siempre.
Gracias Jesús por la fe
que nuestros padres y antepasados nos transmitieron,
que hagamos crecer en nosotros esa luz de la fe.
Enséñanos a conservar sin mancha tu misma vida
hasta la vida eterna.
Queremos, Señor, llevar con garbo la dignidad
de ser hijos tuyos, hijos amados,
queremos sentirnos miembros activos
y corresponsables de tu Iglesia.
Ayúdanos a activar nuestro bautismo,
a tomarlo en serio,
a realizar la misión que nos has encomendado de servir,
de anunciar y construir el Reino.
Gracias por nuestro bautismo
y por el amor que nos tienes.
- Interiorizamos la Palabra de Dios: podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.
«Tú eres mi Hijo amado y me das mucha alegría»
(Versículo 22)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
- Me comprometo: Puedes volver a leer o ver el evangélico, ¿A qué te invita?
La fe de María, de los apóstoles, de los mártires… ha llegado hasta ti a través del Bautismo. También tú tienes que pasar la luz de la fe a otros.
Siéntete interpelado por la actitud de Jesús que se entrega al coloquio con el Padre en la oración.
En los momentos de dificultad, de desánimo… toma conciencia de que el Padre te dice: «tú eres mi hijo amado, en ti me complazco». Y vive con esa dignidad, con ese sentido.
«y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto». No esperes llamadas telefónicas o por redes sociales de Dios, para decirte lo mismo. Él te sigue hablando y diciendo lo mismo a través de todas las personas que te rodean. Se portavoz de Dios para tantas personas que viven sin saber que son hijos amados de Dios, predilectos.
- Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy me comprometo a vivir de modo radical mi condición de Hijo de Dios. Mi compromiso será recordar y testimoniar a quienes están alejados, no creen o están pasando situaciones difíciles la forma en que Dios los ama y los acompaña.
- En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad marcada por el signo bautismal. Nos propondremos acercarnos por estos días a algún centro asistencial, hospital, u orfanato para llevar algún regalo o gesto concreto; acompañando nuestra presencia testimonial que exprese la ternura y la misericordia de Dios.
2. Aprende y colorea: 

3. Ve el Vídeo "Tomar consciencia"4. Realiza el puzzle:
Cantamos "Jesús mi amigo"
¡GRACIAS SEÑOR
POR MI BAUTISMO!
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