SALMO: “Señor, me enseñarás el sendero de la vida” (Salmo 15)
SEGUNDA LECTURA: “Fuisteis liberados con una sangre preciosa, como la de un cordero sin mancha, Cristo” (1 Pedro 1, 17-21)
EVANGELIO: “Lo reconocieron al partir el pan” (Lucas 24, 13-35) AQUÍ.
También podéis ver el Evangelio:
MEDITAMOS:
Es uno de los textos evangélicos más hermosos: el camino de Emaús. Para san Lucas la vida es camino. En ese camino nos encontramos con las más diversas personas y circunstancias.
Algunos nos salen al encuentro en los momentos de dolor y de dificultad. El desaliento también nos golpea ante situaciones de enfermedad, de pérdida o de desánimo. Sentimos el golpe del Viernes Santo y nos cuesta recuperarnos.
Hay alguien que nos sale al encuentro. Y da un vuelco nuestro corazón. Parece que ardemos de emoción, de alegría, de entender lo que nos estaba velado. Es el Resucitado, que nos sale al paso. Quizá queramos continuar en nuestras dudas, nuestro duelo, nuestras penas. Pero Él no nos deja. Con la explicación de las Escrituras y al partir el Pan nos muestra que seguirle, “comulgar” con su Palabra y su Pan es lo mejor que nos puede pasar.
PARA LA VIDA:
Aceptemos a Jesús como compañero de camino.
Quizá nuestros corazones fríos no quieran revestirse de Primavera. El Resucitado en persona nos sale al encuentro. Solo podremos decirle: “Quédate con nosotros, porque atardece y la noche se echa encima”. Ardamos en ese fuego de pasión y amor.
En el ardor del corazón con la Palabra y en el pan partido en la mesa común: ahí quiere estar siempre Jesús. Disipando las tinieblas de nuestro entendimiento y levantando los ánimos caídos. Impulsando el caminar con su presencia.
Querido Jesús,
gracias por ser mi amigo
y caminar a mi lado
quédate siempre con nosotros. Amén.
ACTIVIDADES:
1. Vuelve a leer o ver de nuevo el Evangelio de hoy y comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
- El camino de Emaús, es experiencia de encuentro con el Resucitado; y como tal, significa paso de la muerte a la vida; del miedo a la libertad, de los muros a los puentes; del aislamiento a la vuelta a la comunidad. Por eso, atrevámonos a recorrer, junto a los discípulos, nuestro camino de Emaús hoy. Esto significa mirar a fondo nuestra realidad, tomarnos el pulso a nivel personal y comunitario, poner nombre a nuestras decepciones actuales y a nuestras preguntas, no para instalarnos en la queja y en el escepticismo sino para dejarnos acompañar por aquel que siempre tiene una Palabra de Luz y de Vida; una Palabra que calienta el corazón y lo hace arder.
- En este texto evangélico vemos el proceso de crecimiento en la fe; un proceso en el que siempre estamos, y que en cada etapa de la vida, en cada situación, adquiere unos tonos distintos.
- Esta historia ofrece una rica imagen de oración. Empiezas por ti mismo, probablemente desesperanzado, si la vida ha ido mal. Jesús viene silenciosamente; le das la bienvenida y le cuentas tu historia. Él escucha atentamente y luego arroja luz sobre lo que te ha estado molestando. La amistad crece y al final de la oración no quieres que se vaya, pero tú sabes que siempre te estará cuidando y se encontrará contigo mañana. Tú puede rezar: “Quédate conmigo, Señor, porque atardece y el día está por acabar”.
- En el camino de Emaús, Cleofás y sus compañeros vieron y oyeron a Jesús sin saber que lo hacían. Jesús les recordó sus discusiones sobre Moisés y los profetas, especialmente la advertencia de Moisés; “la Palabra está muy cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón” (Deuteronomio 30-14)
- ¿Puedo yo sentir la cercanía del Señor? Él está cerca de mí en su Palabra, en su Presencia personal en la Eucaristía, y en mi propia conciencia.
- Señor, dame un ojo que vea, un oído de oiga, y un corazón que entienda, de modo que hoy no pueda pasar frente tuyo y no reconocerte.
- Como Cleofás, camino a tu lado, Señor, y estás en distintas formas; pero no siempre te reconozco. Abre las Escrituras para mí, muéstrame tu rostro en aquellos con los que camino; entibia mi frío corazón.
- ¿Alguna vez te has encontrado con alguien mientras te dirigías a tu destino? Pudo ser en cualquier lugar: en un tren, un bus, una carretera, un paseo dominical, una fila en un hospital, la entrada del dentista; y se produjo una conversación entre vosotros. Los pacientes de la sala de espera en una consulta médica, suelen contar todo tipo de detalles sobre sus familias. Sucedió lo mismo a estos discípulos en esta caminata dominical: en una penosa circunstancia de sus vidas, se encuentran con un desconocido que les da sentido a algunos aspectos de sus problemas. Jesús les dio sentido a sus angustias, a través de su Presencia y su Palabra. Una buena conversación puede mejorar un mal día. Una buena oración también.
- Cada Eucaristía es Emaús; cada momento en que escuchamos las Escrituras, es el camino a Emaús. Siempre vamos por ese camino, mientras Jesús nos habla y parte el pan de su amor. La Palabra da sentido a nuestras vidas, así como escuchar de Jesús las Escrituras fue para los discípulos; el partir el Pan de Vida, nos alimenta en la misma forma como Jesús hizo en la Ultima Cena con sus discípulos. Con la Palabra y el Pan, ellos fueron a las comunidades y al mundo, con sus relatos de cómo habían reconocido al Señor. La lectura diaria de los Evangelios, y el pan nuestro de cada día, pueden hacer lo mismo para nosotros.
- Las huellas de nuestros pasos a lo largo de los caminos de nuestras vidas, son siempre acompañadas por los pasos de Jesús. Los corazones ardieron y las lágrimas desaparecieron cuando el Señor Resucitado entró en las vidas de sus seguidores. La oración nos entrega el tiempo para que su Palabra entre a lo profundo de nuestros corazones, consumiendo nuestros egoísmos y temores, dejándonos sólo con la llama del amor.
- Los descepcionados discípulos le preguntan al caminante que los acompañan, si él es el único que no sabe "lo que ha pasado allí estos días". De hecho, Él es el único que lo sabe verdaderamente. Pero, como un buen consejero, les deja exponer sus sentimientos y relatar sus historias. En oración, me invita a hacer lo mismo.
- Los discípulos estaban muy "bloqueados", incapaces de ver lo que había sucedido bajo la luz de la Palabra de Dios. Jesús está presente en su Palabra, acompañándome en las experiencias de mi vida, dando sentido a lo que sucede. ¿Lo busco realmente? ¿Podré reconocerlo?
- Sus corazones ardientes eran el signo y la medida de su Presencia. ¿Busco ese signo en mis actos y en mi vida, para saber si Él está conmigo?
3. Pincha la imagen y realiza:
5. Ve el siguiente vídeo "Él cambia la perspectiva" y coméntalo después con tus padres y catequistas:
7. Realiza el puzzle:
Cantamos "Jesús es Señor"
JESÚS CAMINA SIEMPRE
A MI LADO
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