lunes, 3 de marzo de 2025

VIACRUCIS 2025. PEREGRINOS DE ESPERANZA


PRIMERA ESTACIÓN

V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo 27,22-23.26 

Pilato les preguntó: «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?». Contestaron todos: «¡Que lo crucifiquen!». Pilato insistió: «Pues, ¿Qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaban más fuerte: «¡Que lo crucifiquen!». Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. (Meditación) 

¿Y qué hago con Jesús? Esta pregunta ronda mi mente y corazón cuando soy interpelado y confundido por amigos, compañeros y familiares. ¿Qué voy hacer contigo, Señor? Unas veces quisiera ocultarte, otras negarte u olvidarte. Pero no quiero, Señor. Ayúdame a tenerte en mi corazón y caminar siempre contigo sin importarme lo que piensen los demás. 
¿Por qué tantas personas sin brillo de vida en sus ojos y encerrados en sí mismos?
(Breve silencio)

Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales

O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.


SEGUNDA ESTACIÓN


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo 27,27-31
Los soldados del gobernador lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. 
(Meditación) 
El odio y la burla a la fe están a la orden del día. Algunos lo visten de humor. Pero el mundo sigue creando mártires y víctimas del odio a la fe. El mayor mal es desnudar a la persona humana de su dignidad. Cuando el otro no es reconocido, respetado, nacen las distancias, las injusticias y el odio reina en el corazón. Quiero despojar de mi interior todo sentimiento de envidia, rencor y malos pensamientos hacia los demás. Perdón, Señor, por las veces que mi crítica no es constructiva y hace daño a los demás. 
¿Por qué se educa sólo para el disfrutar y no a ser fuertes ante las contrariedades? 
(Breve silencio) 

Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales

O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.


TERCERA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. Del profeta Isaías 53,4-6 Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. (Meditación) 
Mi vida no es un espejo donde los demás pueden verte, Señor. Mi corazón está lleno de resentimientos y búsquedas egoístas. Caigo una y mil veces. A veces, siento que no avanzo. Mi pecado es más fuerte que mi voluntad. Y me inundo de tristeza. Mis pensamientos negativos me rodean. He caído y siento que no soy digno de ti. Déjame contemplarte, sentir tu mirada misericordiosa y tu abrazo de Padre. Me siento lejos de ti, acurrúcame en tu regazo. Espero en Ti, quiero volver alabarte. 
¿Somos conscientes de que el amor de Dios es más grande que las debilidades? (Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales

O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.

CUARTA ESTACIÓN:  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del Evangelio según san Lucas 2, 34-35.51
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. 
(Meditación) 
El momento del adiós se acerca. Las madres quieren lo mejor para sus hijos. Siempre pendientes, siempre en vilo. Traspasar el alma es un gran dolor. Es el mayor dolor. Es arrancar la alegría y casi la esperanza. Y todo lo hacen en el silencio del corazón. Pero el dolor no lo es todo. Hay algo que es más fuerte que el dolor y es el amor. El amor es lo que nos mantiene en pie ante tanto sufrimiento y sinsentido. 
¿Quiénes son las personas que confían en ti ? ¿Eres cimiento o apoyo para ellas? (Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales

O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.

QUINTA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. Del Evangelio según san Mateo 27,32; 16,24: Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». 
(Meditación) 
A veces a mí también me fuerzan para hacer el bien. Cuando pasa el tiempo, lo agradezco. Hacer las cosas por la fuerza no está bien, pero cambia el mundo. Hacer el bien debería existir por decreto. Nos deberíamos forzar más unos a otros para ayudar. Cuando hago el bien, tiendo mi mano al que lo necesita, el mundo mejora y sonríe. 
¿Procuramos aliviar sufrimientos?  ¿Miramos hacia otro lado cuando reclaman nuestra mano? 
(Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales

O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.

SEXTA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del profeta Isaías 53,2-3: No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros. 
(Meditación) 
Un rostro desfigurado por el sufrimiento y la tristeza. ¡Hay tantas cosas que desfiguran mi vida! Los sentimientos de culpa, el cansancio, la incertidumbre, la incomprensión. Sufrir nadie lo quiere, nadie lo pide, nadie lo busca. Es la soledad del que no triunfa. En el abandono más absoluto siempre hay sitio para la esperanza. A un lado u otro alguna mano aparece en el camino. Levanto la mirada y me dejo querer. ¿Limpiamos el rostro de la Iglesia con nuestro compromiso firme y recio? ¿Damos la cara por ella? (Breve silencio) Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.

SÉPTIMA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del libro de los Salmos 36,1-2.10-11
No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal: se secarán pronto, como la hierba, como el césped verde se agostarán. Aguarda un momento: desapareció el malvado, fíjate en su sitio: ya no está; en cambio, los sufridos poseen la tierra y disfrutan de paz abundante. 
(Meditación) 
Siempre en la misma piedra. Mis caídas son siempre en la misma piedra. Una y otra vez. No tengo remedio. Me desanimo y pierdo las fuerzas. ¿Dará lo mismo todo? ¿No podré nunca levantarme? La caída no es fracaso, es vida. Quien vive cae. No te des por vencido. Las cosas no sólo dependen de ti. Hay Alguien más que camina a tu lado. Deja que te Él te acompañe, te levante y te anime a seguir en el camino. 
¿Somos fuertes en los momentos de dificultades? ¿Nos agarramos al poder de la oración? (Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.
OCTAVA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del Evangelio según san Lucas 23,27-29.31
Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y lamentaban por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: "dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado". Porque si así tratan al leño verde, ¿Qué pasará con el seco?». 
(Meditación) 
Una palabra de ánimo, de aliento. Una llamada a la esperanza. Hablar en positivo. Necesito que alguien refuerce en mí mis sueños y expectativas. Necesito que alguien acompañe mis fracasos y duelos. Sentirse acompañado. No estar solo. Y en todo, Tú. Gracias, Señor, por no irte lejos y prometer que siempre estarás a mi lado. 
¿Expresamos nuestros sentimientos de alegría o de solidaridad? ¿Somos hombres y mujeres de palabra o también de obra? 
(Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales 
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.
NOVENA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del profeta Habacuc 1,12-13; 2,2-3
¿No eres tú, Señor, desde antiguo mi santo Dios que no muere? Tus ojos son demasiado puros para mirar el mal, no pueden contemplar la opresión. ¿Por qué contemplas en silencio a los bandidos, cuando el malvado devora al inocente? «Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acercará su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse». 
(Meditación) 
Esta caída me es familiar. Han sido tantas. Toca levantarme. Sí, a la tercera va la vencida. Es hora de dejar los llantos y retomar con fuerza mi andadura. No dejaré que la desesperanza inunde mi vida. Toca levantarse, ponerse en camino. ¡Dios me ha regalado la vida! Los regalos se agradecen no se lamentan. Y mi vida la voy a aprovechar. No dejaré que mis caídas apaguen mi esperanza. Soy luz y quiero volver a iluminar. 
¿Defendemos nuestros ideales cristianos, aunque nos traiga incomprensiones? 
(Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.
DÉCIMA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del Evangelio según san Juan 19,23,24
Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado. Y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echemos a suertes a ver a quien le toca». Así se cumplió la escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suertes mi túnica». 
(Meditación) 
Cuántas veces me he arropado en mi propio fracaso o sueños rotos. Toca desnudarme y volver a escuchar quien soy. Dios me ha elegido tal y como soy. Con mis luces y mis sombras. Soy Hijo de Dios y con eso me basta. Nadie me roba mi dignidad. Cuando dejo a un lado tantos ropajes, me miro y me reconozco. Soy yo. Dios me quiere y eso me basta. 
¿Revestimos o desnudamos con los valores del evangelio los lugares donde nos encontramos en el día a día? 
(Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales 
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del Evangelio según san Mateo 27,35-42
Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el Rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz». Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos». 
(Meditación) 
Poner a Cristo en mi vida. Ese es mi nuevo plan de vida. Poner a Cristo en mi familia, en mi trabajo, en mis quehaceres y en mis hobbies. Este Cristo desfigurado y vituperado. Este Cristo que pocos quieren y acogen. El Cristo de los pobres y sencillos. El Cristo de la caída y el fracaso. El Cristo que se rompe y se reparte. Es el Cristo de los sin voz. Es momento de optar. Triunfar o Cristo. Y yo elijo a Cristo. 
¿Somos valientes y entusiastas por la causa del Evangelio? ¿Lo silenciamos o lo proclamamos con nuestra vida? 
(Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales 
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del Evangelio según San Mateo 27,45-46.50: Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús gritó: «Elí, Elí, lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. 
(Meditación) 
No abandonar. Seguir hasta el final. Es fácil dejar paso a otros. Abandonar caminos y procesos. Lo difícil es permanecer. No quiero dejarte, quiero continuar. Cumplir la voluntad de Dios en mi vida. A veces no entiendo, ni comprendo. A veces me cuesta y me siento perdido o abandonado. Pero toca seguir, perseverar, resistir. Y cuando no entienda, abandonarme en tus manos, Señor. ¿Tenemos el pensamiento de abandonar algún camino elegido por sentirnos cansados o incapacitados para seguir? 
(Breve silencio)
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.
DÉCIMA TERCERA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del Evangelio según san Mateo 27,55-58; 17,22-23
Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle. Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran... 
(Meditación) 
Como buena Madre siempre cercana al hijo. Eres caricia, brazo que arrulla. Acuna nuestros dolores y angustias. En el silencio de cada día, acompaña nuestro “Sí”, nuestro “Hágase en mi según tu Palabra, Señor”. Como un niño en brazos de su madre. Esa es la seguridad y la protección. Sentirse querido y acogido. Sentirse hijo amado. Nadie contigo está huérfano, todos te sentimos Madre. En tu corazón nadie sobra. Eres María, Madre de todos. 
¿Ponemos nuestros proyectos e ilusiones en los brazos de la Virgen María? 
(Breve silencio) 
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales
O bien,
Pequé Señor, pequé
R: Ten piedad y misericordia de mí.
DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo. 
Del Evangelio según san Mateo 27,59-61
José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro. 
(Meditación) 
Para dar fruto hay que romperse. Toca hacer las cosas nuevas. Hay que cambiar, transformarse. La novedad siempre nace de nuevas miradas. Es momento de caminar por nuevos horizontes. No hay que tener miedo a la novedad, al cambio, a salir de nuestras trincheras. Es momento de proponer y caminar. Esperar es demasiado tarde. Levanta la cabeza, mira el horizonte, rueda la piedra, y sal hacia delante. Contigo, Señor, me pondré en camino. Sin miedo y lleno de esperanza. 
¿Somos personas con esperanza? ¿Somos conscientes de que Dios recompensará nuestra siembra por un mundo mejor?
(Breve silencio)
Todos: Reaviva en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales.
ORACIÓN FINAL
Señor Jesús, ayúdame a caminar a tu lado. Quiero llevar tu ritmo y tu pisada. Déjame mirarte a los ojos y redescubrir tu amor. Tu confianza en mí me hace sentirme uno a tu lado. Quiero ser Cirineo dispuesto a lo que pidas. Verónica que enjuga y reconforta con tacto y sensibilidad. Quiero escuchar tu propuesta, tu invitación a sentirme uno contigo. Quiero hacer camino, vida a tu lado. Ser uno contigo. Ayúdame a sentirme peregrino en la tierra, con deseos de volver a Casa. Esa Casa que es tu corazón y, así un día, lleno de esperanza, vivir por siempre en tu Amor. Amén.              Fuente: Acción Católica

También os dejamos el siguiente Viacrucis infantil:
¡GRACIAS SEÑOR,
POR AMARME HASTA MORIR POR MI!

No hay comentarios:

Publicar un comentario