sábado, 16 de agosto de 2025

JESÚS HA TRAÍDO FUEGO A LA TIERRA. XX DOMINGO TO-C


 Lecturas Misa AQUÍ.

Os dejamos el Evangelio según San Lucas 12, 49-53:
MEDITAMOS
FUEGO DE AMOR
Jesús quiere que los apóstoles se den cuenta que ser creyente, que ser seguidor de Jesús a veces es difícil; y a veces es muy difícil. él mismo tuvo que sufrir mucho... No engaña a los apóstoles diciéndoles: ¡Vosotros id por el mundo y ya veréis que fácil es todo!
Jesús decide contarles todo y mostrarles la parte dura de ser creyentes. Ese mensaje de Jesús a los apóstoles también va dirigido a nosotros. Debemos saber que a veces no va a ser nada fácil ser creyente. Pero ahí es donde se puede saber si nuestra fe está a prueba de dificultades. Porque debemos saber que Jesús siempre está con nosotros.
Hoy Jesús deseaba que el fuego que él había traído a la tierra estuviera ardiendo. Ese fuego, ese amor, Jesús lo ratificó, lo selló, con su sacrificio en la cruz. Jesús ha traído ese fuego de amor a un mundo dividido, enemistado y egoísta donde muchos no han estado dispuestos a escuchar y acoger esa propuesta de Jesús. 
PARA LA VIDA:
Jesús advierte: su fuego puede dividir incluso a los más cercanos, no porque Él quiera la división, sino porque la verdad separa el oro de la escoria. 
SEGUIR A JESÚS
La fidelidad a su llamada exige una decisión que, en ocasiones, hiere los lazos que se basan en la comodidad o la mentira. De esta forma, la llama que parecía amenazante se convierte, para quien la acoge, en el inicio de una nueva claridad que guía y purifica.
Los gobiernos de los países, los dirigentes de la sociedad, buscan y desean la paz pero no trabajan por eliminar las causas del odio y de las guerras; no llegan a la raíz de la pobreza ni combaten el hambre y las necesidades más urgentes de la humanidad. ¿Cuándo habrá paz? Cuando todos nos respetemos y nos amemos al estilo de Jesús.
ORACIÓN:
Querido Jesús,
tú nos has dado a conocer 
el corazón de Dios, 
y hemos descubierto 
que en él sólo hay amor 
y ese amor es como un fuego 
que nos une a todos 
para vivir una misma alegría. 
Ayúdanos a responder a tu invitación 
de trabajar por la paz y la hermandad 
para no estar divididos. 
Te pedimos nos animes 
a sembrar paz y unidad.
que estemos dispuestos 
a quitar peleas y disgustos. 
Y así logremos amarnos 
como tú nos has enseñado. Amén.
Cantamos "Sabes una cosa"
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio. Después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
  • Contesta:
  • - ¿Qué dice Jesús, que ha venido a traer a la tierra
    - ¿De qué fuego habla Jesús cuando dice que desearía que estuviera ardiendo?
    - ¿Cuál es el bautismo que Jesús debía recibir?
    - ¿Por qué dice Jesús que no ha venido a traer paz sobre la tierra?
  • El texto
  • † ¿Cuáles son aquellas frases o palabras que quedan resonando en tu corazón?† ¿Qué sucede en el texto? ¿Qué nos dice Jesús en su palabra?

    En el evangelio de hoy Jesús nos dice que Él ha venido a traer fuego al mundo y este fuego del que Jesús nos habla es de manera espiritual, aquel que es capaz de incendiar nuestro corazón de Amor. Recordemos que Dios se hizo presente a Moisés mediante una zarza que ardía y no se consumía, y a este fuego de amor inagotable es al que se refiere, otra de las cosas que menciona el Señor es “No estoy para dar paz” y con eso Jesús se refiere a que el no viene a solucionar los conflictos que cada uno de nosotros tenemos, sino que Él a través de su vida es quien ya ha venido a darnos paz, una paz basada en la verdad, la justicia y el amor, y que de una y otra manera siguiendo su testimonio de vida nosotros podremos tener la paz viviendo los valores del reino.
    Sucederá, entonces, que en una misma casa, en una misma familia, habrá divisiones. Jesús, como los antiguos profetas, no fue escuchado ni aceptado, y se originó la división y se le condenó a la muerte. El camino para llegar a la paz no fue aceptado y por eso, dice Jesús, que él no vino a traer la paz a la tierra.
  • ReflexiónPreguntas para reflexionar en silencio o en grupo:
  • • ¿Qué significa para mí que Jesús quiera encender fuego en la tierra?
    • ¿En qué situaciones me ha costado seguir a Jesús porque otros no lo entienden?
    • ¿Qué “división” o incomodidad he experimentado al vivir mi fe?
    • ¿Estoy dispuesto(a) a ser “chispa” que encienda esperanza en mi entorno?
    El fuego del que habla Jesús no es un incendio que destruye. Es una llama que ilumina y transforma desde dentro. Es el ardor de un amor que no se conforma con dejar las cosas como están, que no tolera la tibieza y que, al encenderse, obliga a tomar postura. el “incendio” que Cristo quiere desatar en el mundo. Un “incendio” que primero prende en el corazón.
  • Oración
  • “Señor Jesús, 
    enciende en mí el fuego de tu amor.
    Que no me avergüence de seguirte, 
    aunque eso incomode a otros.
    Dame valentía para ser luz y calor
     donde hay frío y oscuridad. Amén.”
  • Interiorizo La Palabra de Dios:
  • “He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y 
    ¡Cuánto desearía que ya estuviera encendido!”
    A partir de este mensaje, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?
    Cantamos "Jesús"
  • Me comprometoPiensa en una acción concreta para realizar a lo largo de esta semana:
  • • Hacer un gesto de servicio aunque nadie lo valore.
    • Defender lo que es correcto aunque me cueste.
    • Invitar a alguien a un momento de oración o misa.
    Me comprometo a ser una llama encendida que trasmita a mis hermanos el fuego del amor de Dios.
2. Aprende y colorea: 
3. Realiza el puzzle:
 Cantamos "Incomparable"
¡JESÚS, HAZ QUE 
SEAMOS VALIENTES
PARA VIVIR NUESTRA FE EN TI!

domingo, 10 de agosto de 2025

DONDE ESTÁ TU CORAZÓN ESTÁ TU TESORO. XIX DOMINGO TO-C

 

Lecturas Misa AQUÍ:

Os dejamos el Evangelio según San Lucas 12, 32-48:
MEDITAMOS:
Jesús se muestra muy cariñoso con los discípulos y les advierte de tener el corazón desprendido y libre de ataduras materiales. Cuando nosotros ponemos nuestro interés, nuestra ilusión y nuestra meta en alcanzar dinero, fama, poder, como el tesoro de nuestra vida, nuestro corazón no es libre, está sujeto a eso que buscamos. Jesús, en otra ocasión dice que nadie puede servir a dos señores pues aborrecerá a uno y amará al otro; nadie puede servir a Dios y al dinero al mismo tiempo. ¿Quién será dichoso, entonces? El que siempre está listo, con la túnica puesta y la lámpara encendida aguardando a su señor. Pedro, el primero de los apóstoles pregunta a Jesús si esta enseñanza es para ellos o para todos y Jesús le responde con dos ejemplos: el administrador responsable y el administrador desleal. Es decir: aquella persona que ha recibido el encargo o la tarea de servir a los demás será juzgado por cuanto ha recibido.
PARA VIVIR:
Nosotros, amigos de Jesús, tenemos una responsabilidad mayor porque lo conocemos a él y nos consideramos discípulos suyos. No podemos aceptar hacer las cosas abusando de los demás, ni admitiendo trampas para enredar a otros y a nosotros mismos. Nuestra consiga debe ser siempre la verdad y el amor a los demás.
ORACIÓN:
Querido amigo Jesús,
Gracias por cuidarme y amarme.
Te pido me ayudes a ser generoso
y hacer las cosas como tu quieres.
Tu eres mi Tesoro,
sin Ti nada soy. Amén.
Cantamos "Estoy aquí"
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio, después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
(Biblia abierta y vela encendida con un crucifijo)
  • Contesta:
  • - ¿Para qué, dice Jesús a sus discípulos, deben vender sus bienes y dar limosnas?
    - ¿Qué quiere decir Jesús con las palabras: donde está tu tesoro, ahí está tu corazón?
    - ¿Cuál es la actitud que Jesús nos pide al ponernos el ejemplo de los siervos que esperan a su amo?
    - ¿Por qué se le exigirá mucho, al que se le ha dado mucho?
    - ¿Tengo con Jesús un trato cordial, cercano, propio de buenos amigos?-
    - ¿Siento el reino de Dios en mí como el estallido de la primavera?
    - ¿Me gusta esperar al Señor con la alegría y el cariño de dos enamorados?
  • El texto:  Estudio Bíblico Sabiduría 18: 6-9; Lc 12:32-48
  • Podemos pensar que la relación entre la primera lectura y el evangelio está en el tema de velar con confianza, esperando en las promesas de Dios. El Libro de la Sabiduría contiene una gran reflexión sobre la Pascua, es decir, la salvación del pueblo de Dios de la esclavitud en Egipto, lo que constituye la mitad del libro. Israel se diferenciaba de los egipcios; conocía al verdadero Dios, y estaba en la luz, mientras que la oscuridad cubría lo demás de la tierra de Egipto: “solo sobre ellos se extendía pesada noche, imagen de las tinieblas que les esperaban recibir. Aunque ellos a sí mismos se eran más pesados que las tinieblas,” Sb 17:21. Y los israelitas esperaban la salvación y en secreto ofrecían sacrificios, y así cumplían la ley.
    Jesús en el evangelio nos pide que velemos, después de amonestarnos a no tener miedo, porque el Padre se ha complacido en darnos ¡el Reino! Debemos acumular tesoros en el cielo, tesoros de buenas obras y especialmente de limosnas, tesoros que estarán seguros del robo y de la polilla. Debemos de mantener seguro nuestro corazón, donde el tesoro de buscar el Reino y su justicia está, preparados para el regreso del Señor, cuya hora no se sabe. Seamos como José en el Libro del Génesis, que siendo fiel en el exilio de Egipto y resistiendo a todas las tentaciones, fue elevado a ser el número dos del reino, distribuyendo comida a todos como señor y dueño. No nos dejemos llevar por la tentación o por el fastidio, el aburrimiento, comenzando a emborracharnos y a golpear a los demás con nuestras palabras o con nuestros puños; la palabra orgía parece venir de la misma raíz que ira (en griego orguē). La borrachera da lugar a la ira (Si 31:30) y a toda clase de desenfreno (Rm 3:13; Ga 5:21), y nos hace perder el sentido de espera de la venida del Señor, que puede ser en cualquier momento.
    “¡Poner Atención!” El Señor es nuestro amigo. Los amigos piensan el uno en el otro, y no se desatienden el uno del otro. Hablando de los pecados involuntarios, Santo Tomás enseña que éstos lastiman el corazón de nuestro Señor, y que no vale decir “me descuidé, lo siento,” pues el dolor del amigo no disminuye porque digamos “no estaba poniendo atención,” ya que es precisamente eso lo que hiere. Dejamos de ponerle atención a Dios cuando estamos absorbidos por nosotros mismos, como el rico del domingo pasado. Luego el amigo de Dios, el siervo fiel, podrá entrar al gran banquete de gozo de salvación cuando regrese su Señor esperado.
  • Reflexión: Profundizamos ayudándonos de las siguientes preguntas:
  • 1. ¿Dónde está nuestro tesoro en verdad? ¿A dónde hemos depositado nuestra confianza?
    2. ¿Cómo llevo mi vida con respecto a los bienes? ¿Las cosas que yo tengo están al servicio del Reino de Dios? ¿Soy generoso con lo que tengo?
    3. El Señor dice “donde está tu tesoro allí está tu corazón” ¿Dónde está mi tesoro y mi corazón? ¿Sería importante replantearme este tema?
    4. ¿Qué significa estar a la espera de la llegada del Señor? ¿Estoy preparado? ¿Tengo la ropa puesta y la lámpara encendida?
    5. ¿Eres tú un administrador fiel y prudente? ¿Qué significará esto en tu vida?
    6. ¿Hasta qué punto, tu vida es coherente o llevas una vida disipada? ¿Entiendes lo que pasará si no prestas atención a las palabras del Señor?
    7. Embriagarse, no sólo de alcohol, sino llevar una vida sin sentido, olvidándose de lo importante, es lo que nos sugiere este texto. Recordemos que el Señor volverá… ¿estamos preparados? ¿Qué habría que mejorar?
    8. Te invitamos a que revises tu vida en relación a lo que sugiere el Señor.
    Concretamos:
    • ¿Qué frases o palabras te llamaron la atención?
    • ¿Qué dice Jesús sobre estar preparados?
    • ¿Qué significa que Dios confía en ti?
     – ¿Qué me dice Dios?
    Reflexiona en silencio, luego comparte si deseas:
    • ¿A qué tengo miedo hoy? ¿Confío en que Dios me cuida como a su “pequeño rebaño”?
    • ¿Qué significa para mí tener la “lámpara encendida”? ¿Cómo cuido mi fe?
    • ¿Qué dones me ha dado Dios? ¿Cómo los estoy usando?

  • Oración:
  • Señor, gracias porque me confías tu Reino. 
    Ayúdame a estar despierto, 
    atento a tu presencia en mi vida. 
    Dame valor para vivir con fe, 
    alegría y responsabilidad. Amén.

    Dinámica opcional: Escribe en un papel qué “lámpara” quieres mantener encendida: (fe, esperanza, solidaridad, oración, servicio…) y colócala cerca de la vela.

  • Interiorizo La Palabra de Dios:
  • Guarda silencio unos minutos. Respira profundo. Repite en tu interior:

    “Dichoso el que está preparado…
    “Señor, quiero vivir despierto y fiel.”

    «Porque donde esté vuestro tesoro, 
    allí también estará vuestro corazón»
    (Versículo 34)

    «A todo el que se le haya dado mucho, 
    mucho se le pedirá; 
    y al que mucho le han confiado, más se le exigirá»
    (Versículo 48)

    Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
  • Me comprometo:
  • 1. Nos proponemos revisar nuestras cosas, y ver dónde está nuestro tesoro. Ofrecer de lo que tenemos algo para compartir con quien lo necesite. Puede ser algo material, o también nuestro tiempo para compartir con alguien en un hospital, o visitar a personas que están solas y dar de nuestro tiempo para con ellas.
    2. Con tu grupo puedes meditar y reflexionar sobre el tema del Evangelio. ¿Dónde ponemos nuestros tesoros y por lo tanto nuestro corazón? Qué pensará el mundo sobre este tema. Entonces como cristianos hacer una cartelera para la comunidad de dónde están los tesoros del mundo, en contrario de los tesoros de la comunidad cristiana. Así vamos distinguiéndonos de los demás.
    Piensa en los deseos de tu corazón y pon en marcha una acción concreta  y realízala a lo largo de esta semana:
    ✅ Ayudar en casa sin que me lo pidan
    ✅ Dedicar 5 minutos al día a la oración
    ✅ Hacer un gesto de bondad a alguien que lo necesite
    ✅ No dejar para después lo que puedo hacer bien hoy.
2. Aprende y colorea:
Los tesoros que nos propone Jesús: ORACIÓN Y SERVICIO:
Y el Señor… ¿qué tipo de tesoros nos propone para embolsar en el corazón, de manera tal que sus ángeles puedan pasar a buscarlos cada noche para irlo guardando cuidadosamente en nuestra cuenta del Cielo, esa que está abierta a nuestro nombre y en la que podemos depositar a toda hora?
Dos tesoros nos propone Jesús. Dos tesoros que se pueden atesorar y hacen feliz al corazón que los guarda adentro suyo.
Podríamos nombrarlos con dos palabras y decir: son los tesoros de la oración y del servicio. Pero cada uno tiene ya sus preconceptos y puede ser que alguno tienda a colocar la oración y el servicio en la columna del debe más que en la del haber.
Fijémonos cómo lo expresa el Señor. “¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!”
La oración es un tesoro porque hace que el corazón esté velando, despierto y tenga en esperanza la alegría que le dará la llegada de su Señor, el Tesoro verdadero.
La oración es tesoro porque hace que el corazón tome la forma del Tesoro que recibirá y lo adelanta.
Es decir: no se trata de cualquier oración. La oración tesoro es esa que hacía Teresita, que le dejaba la mente descansada, porque metía una o dos palabritas del evangelio nomás, y el corazón dilatado.
La oración Tesoro dilata la bolsa del corazón con la esperanza de un Jesús glorioso que regresa de la Fiesta de Bodas.
Cuando vayás a rezar, acuérdate de que hay una oración Tesoro. No solo se trata de hablar de cosas, de pedir y de comprender…
Hay una oración Tesoro que dilata tu corazón con el Soplo del Espíritu
y lo pone en marcha a toda vela, apostólicamente,
que hace arder tu corazón con el fuego de la caridad
que enciende otros fuegos
y lo refresca con el Agua viva de la fe que salta hasta la vida eterna.
Esta oración es la que le agrada al Padre, la que se reza en espíritu y en verdad, la que transfigura nuestro corazón volviéndolo adorador y servicial. Esta oración es la que el Padre ve y premia en lo secreto, haciendo una Alianza en la que queda escrito lo que hablamos, depositado a nuestro nombre y el Suyo.

El otro tesoro es el del servicio y Jesús se lo aclara a Pedro con la Parábola del encargado fiel: “¿Cuál es el encargado de las cosas de la casa digno de confianza y prudente, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo pondrá por sobre todos sus bienes”.
Después, Jesús revela lo que “piensa en su corazón” el encargado que maltrata a sus compañeros. Piensa: “total mi Señor tardará en llegar”.
Aquí se ve, por contraposición, lo que guarda en su corazón el encargado fiel: “Mi Señor vendrá pronto, espero poder tener todo hecho como si estuviera él en persona.
Por lo dicho antes, vemos que este Señor es uno que es capaz de premiar a los suyos sirviéndolos en persona: “Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos”.
Hay por tanto un “servicio Tesoro”, que no es “gasto” sino “premio”: el privilegio de poder servir como sirve Jesús y a los que Jesús sirve.
Servir a los más pequeños es un don, como servir a los propios hijos y seres queridos.
Nuestro padre San Ignacio tuvo la gracia de comunicarnos en sus Ejercicios esta doble bienaventuranza que nos muestra cómo hay una oración y un servicio que son tesoros y que hacen que nuestro corazón adquiera la forma feliz del Tesoro que recibe y practica.
La síntesis de Ignacio está en esos dos ejes de sus EE que son el Principio y Fundamento y la Meditación del Rey Eternal que nos llama. Estas meditaciones transmiten la dinámica del Reino tal como la expresa Jesús en el Evangelio de hoy.
La oración Tesoro brota de la conciencia de que “El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor”. Por tanto, en cualquier momento puedo “depositar de corazón en el Cielo un tesorito de Alabanza y Adoración”.
El servicio Tesoro nace de un servicio que se sabe respuesta a un llamamiento. En la meditación del Reino, Ignacio nos muestra a un Jesús Rey eterno, que viene a llamar a todos los hombres y a darle a cada uno de los que se sienten contentos de trabajar con Él un puesto de servicio en su Reino.
Si uno está en el trabajo que le encomendó el Señor, en su misión, todo lo que hace reditúa en Tesoro en el Cielo. En cambio, “el que no junta conmigo, desparrama.”. El que se mete donde no lo llaman, más que atesorar, desparrama.
Feliz, pues, el que encuentrasu horario de oración Tesoro y su puesto de servicio Tesoro: se le transfigurará el corazón y se le convertirá en “bolsa del cielo”. Como decía el Cura de Ars: “Hijos míos, su corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración nunca nos deja sin dulzura…, en la oración se funden las penas como la nieve ante el sol. Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite que ni se percibe su duración. Miren, cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas durante las cuales oraba al buen Dios, y, créanme que el tiempo se me hacía corto.
Hay personas que se sumergen totalmente en la oración, como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. Cuánto amo a estas almas generosas. San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con él del mismo modo que hablamos entre nosotros.”
Fuente: Diego Fares sj
3. Realiza el puzzle:
 Cantamos "Señor, Tu eres mi tesoro
¡JESÚS, TU ERES EL CENTRO 
DE MI CORAZÓN!

domingo, 3 de agosto de 2025

EVITAD TODA AVARICIA. XVIII DOMINGO TO-C

 

APRENDED A SER DESPRENDIDOS

Lecturas Misa AQUÍ.

Os dejamos el Evangelio de San Lucas 12, 13-21:
MEDITAMOS:
Hoy, Jesús nos habla de que no acumulemos cosas, de que no vivamos en función de tener cada vez más y más. La generosidad, el saber compartir lo que tenemos, la sensibilidad para darse cuenta de que los necesitados necesitan de nuestra ayuda es seña de identidad de los creyentes.
PARA LA VIDA:
Jesús hoy nos pide que compartamos con los demás.
¿Recuerdas alguna vez que hayas compartido algo con alguien?
Hoy, Jesús quiere alertarnos acerca de tener el corazón despegado y libre de los bienes materiales, de las riquezas. Para que nos sea fácil alcanzar El Reino de Dios.
ORACIÓN:
Querido amigo Jesús, 
tú nos enseñas que la riqueza
que debemos atesorar 
es lo que vale ante Dios 
y por eso, te pedimos 
nos hagas desprendidos 
de las cosas que tenemos 
para estar dispuestos 
a compartir con el que no tiene, 
con el que necesita. 
Queremos pedirte por los niños 
que, por no poder ir de vacaciones,
se exponen a los peligros de la calle. 
Ayúdalos Jesús, cuídalos. Amén.
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio. Después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
  • Contesta:
  • - ¿Qué nos quiere decir Jesús con la parábola del hombre que acumulaba riquezas?
    - ¿Son los bienes que se poseen lo que vale en la vida de las personas?
    - ¿Qué se debe hacer con los bienes que uno tiene o pueda tener?
  • El texto:
    ¿LO QUE ACUMULASTE DE QUIÉN SERÁ?
  • Cristo rehúsa resolver la disputa de los hermanos llevada por la avaricia. Y demuestra el por qué con una parábola, la de un rico egoísta que sólo piensa en sí mismo y sólo conversa con sí mismo. Tiene abundancia, pero no piensa en los demás, y así no podrá conservar su verdadera vida. Cristo, buen pedagogo, deja a sus oyentes con una pregunta: las cosas acumuladas, ¿Para quién serán?, que es como decir, “¿De qué se trata la vida, ¿Cuál es su fin?” Unas buenas preguntas para ser respondidas. Reconstruimos el texto:

    1. ¿Cómo comienza el texto? ¿Quién se dirige a Jesús? ¿Qué le pregunta?
    2. ¿Cuál es la respuesta de Jesús a esta persona?
    3. ¿Qué añadió Jesús para todos los que lo escuchaban? ¿Cuál es la exhortación?
    4. ¿Con qué parábola finaliza Jesús este comentario?
    5. ¿Qué Síntesis final dijo Jesús?
  • Reflexión
  • - Profundizamos más en esta Palabra de Salvación:

    1. ¿Cuáles son las cosas que yo tengo, en las que yo tengo puestas mis atenciones?
    2. ¿Podría hacer un listado de estas cosas que tengo y que estoy bastante apegado?
    3. ¿Alguna vez he discutido con alguien sobre quién debe tener derechos sobre algún bien material?
    4. ¿Podrías recordar estas escenas en las que tú has defendido fuertemente estas posesiones?
    5. ¿Qué sientes ahora, luego de escuchar las palabras de Jesús sobre el tema?
    6. ¿Cómo te llega la palabra de Jesús que la vida no depende de los bienes? ¿A qué te motiva?
    7. La parábola que Jesús cuenta sobre esta persona avara que quería acaparar bienes ¿Cómo toca tu corazón?
    8. Vivimos en un mundo donde las personas se sienten más importantes y más seguras dependiendo la cantidad de bienes que administran. ¿Tú te dejas llevar por esta corriente? ¿Hasta qué punto la sociedad te ha llenado tu cabeza y tu corazón de estas cosas?
    9. ¿Podrías hacer un examen de conciencia sobre todo esto?
    10. Piensa que será muy útil pedirle perdón al Señor si hubiera algo en lo que tú estés apegado, y recurrir al sacramento de la Reconciliación si en tu conciencia tienes algo sobre esto que quieras presentarlo al Señor.

    A Jesús le pide un hombre que interceda ante su hermano para que comparta con él su herencia, pero Jesús, con claridad le dice que nadie lo ha nombrado juez para repartir herencias y aprovecha la ocasión para enseñar a sus discípulos. También Jesús, nos habla a nosotros: "eviten toda avaricia porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que se poseen". Nadie vale más porque tenga riquezas, ni vale menos porque carezca hasta de lo necesario. Para que los discípulos comprendieran bien su enseñanza, Jesús les dice la parábola del rico avariento que sólo pensaba en sí mismo y nunca compartió con nadie lo que tenía. ¿De qué le sirvieron tantos bienes? A nosotros, Jesús nos pone en guardia para que no nos apeguemos a nada pasajero. Lo que Dios nos ha dado: la inteligencia, las capacidades físicas, intelectuales y espirituales, son para compartirlas y entre todos, hacer un mundo mejor. En un gran fracaso para una persona pasar por la vida sin hacer nada por los demás, sin dar alegría y remediar necesidades a otros.
  • Oración:
  • Diálogo en silencio para reconocer que lo que nos dice el texto evangélico es muy diferente a lo que nos dice el mundo hoy, y después recitar el Salmo 10, con nuestro corazón decidido a ser humildes.

    10,1: ¿Por qué, Señor, te quedas lejos
    y te escondes en los momentos de peligro?
    10,2: El malvado, que persigue con arrogancia al humilde,
    será atrapado en las intrigas que urdió:
    10,3: Sí, el malvado se gloría de su ambición,
    el codicioso blasfema y desprecia al Señor;
    10,4: el malvado dice con arrogancia:
    Dios no pedirá cuentas,
    no existe –así piensa–.
    10,5: Su opulencia dura por siempre;
    tus excelsos decretos le son ajenos,
    los desprecia con total violencia.
    10,6: Piensa: No vacilaré jamás,
    siempre seré feliz y afortunado.
    10,7: Su boca está llena de engaños y fraudes,
    en su lengua encubre maldad y opresión;
    10,8: se pone al acecho junto a los poblados
    para matar a escondidas al inocente;
    sus ojos espían al desgraciado,
    10,9: acecha en su escondrijo como león en su guarida,
    acecha al humilde para secuestrarlo,
    secuestra al humilde arrastrándolo en su red.
    10,10: Se agazapa, se acurruca,
    y los indigentes caen en sus garras.
    10,11: El malvado piensa: Dios se ha olvidado,
    se ha tapado la cara y ya no ve.
    10,12: ¡Levántate, Señor, extiende la mano,
    no te olvides de los humildes!
    10,13: ¿Por qué el malvado desprecia a Dios
    pensando que no le pedirá cuentas?
    10,14: Pero tú ves las penas y desgracias,
    tú los miras y los tomas en tus manos:
    El débil se encomienda a ti,
    tú eres el protector del huérfano.
    10,15: ¡Quiebra el brazo al malvado y págale su maldad!
    Sólo tú rastreas su iniquidad.
    10,16: El Señor es rey eterno, por siempre,
    y los paganos desaparecerán de su tierra.
    10,17: Tú escuchas, Señor,
    los deseos de los humildes,
    los reconfortas y les prestas atención.
    10,18: Si defiendes al huérfano y al oprimido,
    el hombre de barro jamás infundirá terror.

    Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración. Amén.
  • Interiorizamos La Palabra de Diospodemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

  • «Quien acumula riqueza para sí mismo, 
    pero no es rico en lo que se refiere a Dios»
    (Versículo 21)

    Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
  • Me comprometo
  • Si estoy solo, sería bueno proponernos un cambio sobre lo que hemos pensado que el Señor nos dice directamente. Personalmente, ofrece alguno de los bienes que tú tengas para compartirlos con aquel que tenga menos. Puedes hacer esta obra de caridad:
    - Echar un vistazo en la propia habitación y juzgar qué juguetes, ropa u otros objetos (con el permiso de mamá), puedo compartir con otros niños que estén pasando necesidad.
    - Rezar cada noche por los niños y familias que pasan hambre para que haya solidaridad y los que pueden compartir lo hagan con generosidad.

     

    Si estoy en grupo de amigos, te proponemos que leyendo este texto bíblico y haciendo el ejercicio de Lectio Divina, puedan también motivar a otros a desprenderse de bienes personales, que aún en muy buen estado de conservación, puedan ser útiles a personas necesitadas.
2. Aprende y colorea:
3. Ve el vídeo "El verdadero éxito" Después coméntalo con tus padres y catequistas:
4. Realiza el puzzle:
Cantamos "Mi mayor tesoro"
¡JESÚS, ERES MI TESORO!