jueves, 29 de agosto de 2024

SIEMPRE CULPAMOS A LOS DEMÁS. XXII DOMINGO TO-B

DAR CULTO A DIOS
CON UN CORAZÓN LIMPIO
Lecturas misa AQUÍ.

Os dejamos el Evangelio según San Marcos 7, 1-8.14-15.21-23:
MEDITAMOS:
Hoy, en el Evangelio, Jesús nos ha hablado con mucha claridad: si en nuestro corazón no hay intenciones limpias de nada nos valen los gestos y cosas que haga- mos. ¿Qué pasaba con los judíos del tiempo de Jesús? Pues que el culto y adoración a Dios lo ponían en hacer cosas externas y por eso creían que con lavarse las manos antes de comer y al llegar de la calle, la persona ya estaba pura y limpia por dentro y por fuera y así otros muchos preceptos.
En nuestras casas nos han enseñado a lavarnos las manos y los dientes y todo el cuerpo porque es necesario para la salud y para la higiene personal pero nunca nos han dicho que nuestro corazón queda limpio por hacer eso. Jesús recuerda al profeta Isaías cuando habla de las palabras con que Dios se queja de su pueblo: lo honran sólo con los labios pero su corazón está lejos de Dios y las enseñanzas de Dios las convierten en conductas humanas. 
PARA VIVIR:
Para los cristianos que vivimos hoy el Evangelio, se nos dice que "Dios debe habitar, el primero, en nuestro corazón y que las obras que hacemos deben estar movidas por este amor a Dios y para el bien de los demás". No ama a Dios quien tiene actitudes piadosas para se visto por la gente y para ser tenido en cuenta. Ama de verdad a Dios quien habla siempre la verdad, quien ayuda y sirve al prójimo, quien ora y trabaja por conocer y creer más a Jesús, quien a pesar de las dificultades permanece fiel a Jesús.
ORACIÓN
Querido Jesús, 
tú sólo quieres nuestro bien 
y felicidad por eso tus enseñanzas 
nos muestran de verdad 
cuál es la conducta que debemos practicar. 
Gracias, Jesús, 
por todo lo que has hecho 
y sigues haciendo por nosotros. 
Te pedimos, nos ayudes 
a mantener siempre 
un corazón limpio 
en donde habite Dios. Amén.
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio. Después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
  • Contesta: - ¿Qué le decían los judíos a Jesús cuando los discípulos no cumplían las normas de lavarse antes de comer? - ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? - ¿Qué significan las palabras de Isaías: "es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos"? - ¿Qué dice Jesús respecto de lo que sí mancha al hombre?  
  • El Texto¿Dónde nace el mal? Jesús responde: “Es del interior, del corazón de los hombres de donde provienen las malas intenciones, los robos, los homicidios, la avaricia, la maldad, la envidia, la difamación, el orgullo…
    Lo que vuelve al hombre impuro, manchado e injusto no es “lo que siente” sino lo que va aceptando, decidiendo y realizando. En el lenguaje bíblico el “corazón” no es tanto la sede de los sentimientos sino el centro de las decisiones, los proyectos, los actos responsables y la propia libertad.
  • Meditamos: Hoy el mensaje de Jesús llega muy directo a nosotros; nos va a hacer ver si nuestro culto a Dios es de verdad, o no. Para descubrir esta realidad nuestra tendremos que estar muy atentos: oídos abiertos, oídos despiertos. 
  • A menudo pensamos que el mal proviene principalmente del exterior: del comportamiento de los demás, de quienes piensan mal de nosotros, de la sociedad. ¡Cuántas veces culpamos a los demás, a la sociedad, al mundo, de todo lo que nos pasa! Siempre es culpa de los “otros”: es culpa de la gente, de los que gobiernan, de la mala suerte, etcétera. Parece que los problemas vienen siempre de fuera. Y pasamos el tiempo repartiendo culpas; pero pasar el tiempo culpando a los demás es una pérdida de tiempo. Nos enojamos, nos amargamos y mantenemos a Dios fuera de nuestro corazón. Como esas personas del Evangelio, que se quejan, se escandalizan, discuten y no acogen a Jesús. No se puede ser verdaderamente religioso en la queja: la queja envenena, te conduce a la ira, al resentimiento y a la tristeza, la del corazón, que cierra las puertas a Dios.
    Pidámosle hoy al Señor que nos libre de echar la culpa a los demás. Pidamos en la oración la gracia de no perder el tiempo contaminando el mundo con quejas, porque esto no es cristiano. Jesús nos invita a mirar la vida y el mundo desde nuestro corazón. Si nos miramos dentro, encontraremos casi todo lo que detestamos fuera. Y si le pedimos sinceramente a Dios que purifique nuestro corazón, comenzaremos a hacer el mundo más limpio. Porque hay una forma infalible de vencer el mal: empezar a vencerlo dentro de uno mismo. Los primeros Padres de la Iglesia, los monjes, cuando se les preguntaba: “¿Cuál es el camino de la santidad? ¿Cómo debo empezar?”, decían que el primer paso era acusarse a uno mismo: acúsate a ti mismo. La acusación de nosotros mismos. ¿Cuántos de nosotros, durante el día, en un momento del día o en un momento de la semana, somos capaces de acusarnos por dentro? “Sí, este me hizo esto, ese otro…, aquel una salvajada…”. ¿Y yo? Yo hago lo mismo, o lo hago así… Es una sabiduría: aprender a acusarse. Intentad hacerlo, os hará bien. Para mí es bueno, cuando consigo hacerlo, me hace bien, nos hará bien a todos.

  • Oración:    Mi Dios, cercano y amigo,
    que habitas en mi corazón,
    cada día sigo en tu búsqueda.
    Sé que cualquier rincón del camino es bueno para el encuentro,
    que en cualquier ser humano me sales al paso.

    Estás allí donde hay un corazón que sufre,
    un amigo que se halla en problemas,
    una historia humana que necesita ser reconstruida,
    un niño que llora cuando debía sonreír,
    un anciano que mendiga compañía

    Ayúdame a buscarte donde tú vives,
    a reconocer que mi mundo es tu mundo,
    que tu cielo está aquí entre nosotros,
    que nuestra esperanza es para el más allá
    pero se realiza en el tiempo presente.
    Alabaré a mi Señor siendo como Él, siendo lazo de su amor y signo de su fe. Alabaré siendo luz que orienta, siendo luz en la tierra, fermentando la masa que dé imagen de tu amor, Alabaré cuando alivie las cargas. Alabaré si al sediento doy agua. Alabaré cuando de otros sea pan, si me dejo comer, si me dejo beber, y así lo alabaré. (Fuente: Pastoral SJ).
Hacemos un momento de silencio y reflexión para la oración personal.
Añadimos nuestras intenciones de oración y decimos: Amén.
  • Interiorizo la Palabra de Dios: Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
    «Abandonando el mandamiento de Dios, 
     obedecéis las enseñanzas humanas»(Versículo 8)
    Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
  • Me comprometo: No andemos como los fariseos viviendo desde fuera, con prácticas que se quedan en lo externo y no renuevan nuestro interior. El único que puede lavar de verdad nuestra falta de amor, de pasión, de sentido, de entrega es el Señor. Él transformará la suciedad con el chorro de su inagotable Amor. El agua de su Amor es la que limpia de verdad, la que nos renueva y nos hace saltar. Él nos va a convertir en trigo, regado con la novedad de su Evangelio. Trigo que sabe a pan, a donación y a Eucaristía.
    Acerquémonos al Corazón de Jesús, de donde brota la Vida y el agua que fecunda nuestros corazones.  
    - Que en tu vida siempre manifiestes la fe en Dios. Eso solo podrá ser posible si dedicas tiempo al conocimiento de Dios, al trato en la oración, en los sacramentos y atendiendo al hermano. En especial a los más necesitados.
    En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad que da testimonio del gran amor de Dios. Como grupo nos comprometemos a examinar nuestras vidas, nuestros corazones y actitudes. Para que vivamos y practiquemos lo que decimos creer. Que nuestra formación en la fe, vaya unido a acciones concretas de caridad. Si queremos ser verdaderos testimonios de fe, debemos entonces ser coherentes. Vamos a escribir propósitos del grupo para ser testimonios y tomarse un tiempo para evaluarnos a ver si realmente los estamos cumpliendo. Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor me invita a vivir mí fe a pleno, y a ofrecer un corazón puro. Hoy me comprometo a renunciar a actitudes y comportamientos que no me ayudan a hacer de mí corazón semejante al de Jesús. También me propongo renunciar a algo propio para ofrecérselo a Dios, puede ser tiempo de descanso para ir al encuentro de mis hermanos, o algo bonito que esté dispuesto a regalar. Escribiré este propósito para que sea claro y medible en mi vida. 
    Por ejemplo: a lo largo de la semana haré servicios en mi casa para que solo Dios lo vea (ordenaré mis cosas, ayudaré a los demás...). Jesús nos enseña que, aunque es bueno mantener nuestras manos limpias, lo más importante es tener un corazón limpio. Durante lo que te queda de las vacaciones, además de jugar y divertirte, puedes pensar en cómo ser honesto, amable y amoroso con los demás. Así, mantendrás tu corazón limpio y lleno de bondad.
    - Todas las noches, darle gracias a Dios por la alegría que nos da al poder servir y ayudar a los demás.
    - Pediré también, por tantas personas que sufren y nadie les ayuda.
2.Aprende y colorea: 

3. Ve el Vídeo ¡No te laves las manos! Después coméntalo con tus padres y catequistas:
4. Realiza el puzzle: 
 Cantamos "Me basta con saber que estás aquí"
¡DAME UN CORAZÓN PURO
PARA ENTREGARME A DIOS!

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