PRIMERA LECTURA: “Surgirá tu luz como la aurora” (Isaías 58, 7-10)
SALMO: “El justo brilla en las tinieblas como una luz” (Salmo 111)
SEGUNDA LECTURA: “Os anuncié el misterio de Cristo crucificado” (1 Corintios 2, 1-5)
Lee el EVANGELIO: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5, 13-16)
También podéis verlo:
MEDITAMOS:
JESÚS ES LA LUZ VERDADERA
Y ES NUESTRA LUZ
El anuncio del Reino que se nos proclamaba con las bienaventuranzas en el Evangelio, es tan exigente y liberador necesita de personas que lo encarnen, que le den cuerpo, personas que salgan a la luz y no se escondan. Las cosas de Dios no pueden ocultarse. El amor de Dios no puede ocultarse. El amor de Dios ha de mostrarse, es su esencia, ha de salir fuera. Pero, necesita de los discípulos, aquellos que conocen y le es revelado el programa liberador del Reino, los que han de ser sal y luz en medio del pueblo.
PARA LA VIDA:
Vivamos como hermanos. Somos Iglesia, sal para el mundo, en manos de Dios. Somos Iglesia, luz para el mundo, pues llevamos a Jesús. No seamos unos sosos. Para darle calor y sabor a este mundo frío y desabrido, Dios Padre pone en manos de la comunidad eclesial el salero de la Palabra, de la celebración de los sacramentos, del servicio y del testimonio. Ante tanta oscuridad, la Palabra se convierte en faro que alumbra en medio de tantas circunstancias que requieren de acompañamiento y guía.
La sal que da más sabor es la de quienes transmiten el Evangelio de Jesús en su vida cotidiana. La de esos cristianos que, de una manera sencilla pero comprometida, saben que su existencia está conectada a que el Reinado de Dios se haga presente. La luz se extiende cuando se comparte. No nos quedemos con el tesoro que guardamos desde nuestro bautismo.
Gracias Dios! Todo lo que haces es maravilloso.
Por todo eso te damos gracias,
enséñanos a ser siempre humildes
y agradecidos" Amén.
ACTIVIDADES:
1. Vuelve a leer o ver de nuevo el Evangelio. Después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
- ¿Qué debemos hacer los cristianos?
- Jesús quiere que los demás vean nuestras buenas obras ¿Para qué?
- Si soy un niño discípulo y misionero de Jesús ¿Qué debo hacer?
- De las personas de tu parroquia, elige a algunas que son la sal y la luz para ti y para el resto de las personas de tu parroquia.
- ¿Cómo podemos los cristianos ser sal y luz para otras personas? ¿Qué es lo que quiere Jesús de nosotros?
- Nuestra vida ha de ser como la sal, que da sabor al mundo, y como la luz, que alumbra a otros el camino de la vida. Por eso hoy cabe destacar también una palabra del Papa Francisco: “No se dejen impresionar por sus límites ni por su pobreza. Mediante su Espíritu, que habita en ustedes, Cristo les da el ser sal de la tierra. Dirijan su mirada hacia él para recibir lo que les pide. Viene para volver a dar al mundo su verdadero sabor y permitirle el descubrimiento de la belleza de la comunión con Dios y entre hermanos y hermanas” (Francisco, 29/12/2014).
- ¿Con mi presencia, con mis palabras, con mi comportamiento y actitud… estoy siendo sal y luz para los demás?
- Nuestra apertura al mensaje del Evangelio y su nueva manera de ver las cosas no es solo para mí. ¿Permito que otras personas vean mi luz?
- ¿Puedo pensar en formas con las cuáles hacer esto?
- La luz no cambia una habitación: nos permite ver lo que hay en ella. Nos ayuda a apreciar lo que es bueno y hermoso, tal como facilita evitar escollos. Somos hijos de la luz; nuestras vidas están iluminadas por Jesús, la luz del mundo (Juan 8,12). Esta luz nos ayuda a ver la esperanza oculta de la gloria que está en nosotros. Así nos podemos regocijar, incluso en la oscuridad del mundo. Fuente: espaciosagrado.org
- La sal purifica, sazona y conserva. Jesús, por nuestras vidas centradas en el Evangelio, quiere que seamos un distintivo condimento en nuestras comunidades.
- Cuando un cristiano no se preocupa de los otros, es simplemente una persona sin valor, buena para nada.
- Dejaré que el mensaje de Jesús brille a través de mis palabras y acciones. La bondad ilumina tanto al dador como al receptor. Yo defiendo los derechos justos de los “pequeños” de Dios. Trabajo por un mundo de bondad, paz y amor.
- La sal y la luz enriquecen la experiencia humana. Cuando en un balance adecuado, ellas no llaman la atención sobre si mismas, sino que resaltan lo que ya está ahí. El vivir como una persona de fe, no siempre requiere de mí el hablar, el proclamar, el anunciar. Yo puedo agregar sabores e ilustración a través de mis actitudes y disposición.
- Señor, ¿Qué quieres que yo sea, luz o sal, que brille en público o que labore sin que me vean? Dame un rol que no me sea muy difícil...
- Preguntas para la semana: ¿Dónde se nota que soy sal o luz? ¿Realmente soy sal o luz? ¿Por qué a veces adopto una postura “sosa” o descomprometida?¿Siento realmente que el Padre Dios me llama a anunciar la Buena Noticia con la luz de Jesús?
No hay comentarios:
Publicar un comentario