MEDITAMOS: LA VIDA DE UN HOMBRE NO ESTÁ ASEGURADA POR SU RIQUEZA.
Los contemporáneos de Jesús vivían vidas de mucha dificultad, bajo condiciones sociales y políticas muy duras. Las hambrunas o la apropiación de las tierras, eran una amenaza constante para los campesinos de subsistencia, padeciendo bajo prácticas insoportables de impuestos. En esta situación, los dueños de la tierra que almacenaban sus cosechas sobrantes, en vez de ayudar a alimentar y apoyar a los campesinos, no habrían ganado la simpatía de los que escuchaban a Jesús. Habrían disfrutado este simple recordatorio de que incluso gente tan inescrupulosa como estos terratenientes, algún día morirían y sus planes grandiosos parecerían tontos.
PARA VIVIR:
La sociedad en la que vivimos nos incita a adquirir más riqueza, más posesiones, más status. Hoy Jesús nos recuerda que cuando dejemos todo esto detrás, se nos preguntará qué riquezas espirituales hemos acumulado. Nuestras buenas acciones son la única cosa que nos sobrevivirá. ¿Qué tesoro que me pueda llevar después de la muerte, acumularé?
La parábola está dicha como una advertencia contra la codicia, pero Lucas está ofreciendo un significado teológico más profundo. ¿Cuáles son las maneras en que yo soy “rica/o frente a Dios”?
Jesús les dice la parábola del rico avariento que sólo pensaba en sí mismo y nunca compartió con nadie lo que tenía. ¿De qué le sirvieron tantos bienes? A nosotros, Jesús nos pone en guardia para que no nos apeguemos a nada pasajero. Lo que Dios nos ha dado: la inteligencia, las capacidades físicas, intelectuales y espirituales, son para compartirlas y entre todos, hacer un mundo mejor. En un gran fracaso para una persona pasar por la vida sin hacer nada por los demás, sin dar alegría y remediar necesidades a otros.
Cantamos Esto que soy...
ORACIÓN:
Gracias Señor Jesús
por ser mi amigo
y acompañarme siempre.
Enséñame a escucharte,
a ayudar y compartir con los demás. Amén.
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio de Lucas y comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
COMPRENDO EL TEXTO:¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Jesús le respondió: «Amigo, ¿Quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?». Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas».
Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen MI atención, MI interés?
DIOS ME DICE:
En la primera parte del texto Jesucristo nos afirma que él no vino a «Juzgar» y mucho menos en cosas materiales y en la segunda parte nos dice, cuidado que la vida no depende de la abundancia material. ¿Cómo identificó o siento la presencia de Jesucristo, alguien que viene a juzgarnos desde lo material y/o a darnos darnos valor por lo que poseemos en abundancia material?, en medio de la abundancia material, ¿Agradezco por esa bendición, me desapego y la comparto?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?
MI ORACIÓN: LE DIGO A DIOS:
Dios mío, sé que tú vienes a enseñarme a dar amor, a vivir la vida con paz entre mis hermanos, a compartir lo que tú me das y darlo con alegría, con amor, pues de esta forma se enriquece el espíritu y el gusto por ayudar y compartir tu misericordia.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?
INTERIORIZO LA PALABRA DE DIOS:
«La vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas»
(Repetimos)
«La vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas»
«La vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas»
A lo largo de la semana, siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que me ayuda a recordar este texto?
MI COMPROMISO:
Doy gracias a Dios por lo material que me da y en la medida de lo posible lo comparto, particularmente con aquellos que lo necesitan.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que este texto me invita a realizar?
2. Aprende y colorea:
3. Os dejamos el vídeo de El rico necio :4. Ve el siguiente vídeo "Mi tesoro" y coméntalo con tus padres y catequistas:5. Realiza el puzzle:
- Reconocer que ser cristiano implica seguir a Jesús con una vida moral recta.
- Comprender el sentido del texto de las bienaventuranzas.
- Conocer las normas que deben seguir siempre la conciencia.
- Descubrir y memorizar las virtudes teologales: fe, Esperanza y caridad.
El fundamento de la dignidad y del respeto que se le debe a toda persona es que ha sido creada a imagen de Dios. Así mismo, la libertad es un signo precioso de esta imagen de Dios en el hombre. También nuestro deseo de ser felices, de vivir plenamente y para siempre. Dios es el garante de nuestra libertad, de todo lo bueno y auténtico que puede colmar nuestro deseo de felicidad. Él es la felicidad de la humanidad y la salvación del mundo. Dios nos ha dado la libertad para que le busquemos y por amor nos unamos a Él. No se impone, quiere que libremente entremos en relación de vida y amor con Él. El ser humano tiene que elegir entre el camino que lleva a la amistad o al rechazo de Dios. Es responsable de sus decisiones, pero Dios nunca le abandona. ¿Y cómo lo hace? Le habla a través de la conciencia y las normas para vivir.
La conciencia es la capacidad de reconocer la verdad y someterse a ella, que se muestra cuando la buscamos de corazón. La podemos comparar a una pequeña ventana por la que pasa la luz de Dios y que lleva a distinguir el bien del mal, lo justo de lo injusto. La Conciencia recta y veraz se forma con la educación, con la asimilación de la Palabra de Dios y con la enseñanza de la Iglesia. El amor brota de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera. (1 Tim 1, 5).
Cantamos "Tener los mismos sentimientos y actitudes del Señor"
Dios ha inscrito en el corazón de la persona la inclinación al bien y el rechazo al mal. Es una ley grabada por Dios en la naturaleza del ser humano y que la conciencia reconoce. La historia de la humanidad es testigo de normas y leyes por las que los hombres han buscado proteger o desarrollar la vida humana, como no matar, no engañar...
Dios entregó a Israel por medio de Moisés los 10 Mandamientos o Decálogo y Jesús los interpretó con su autoridad de Mesías y de Hijo de Dios, enseñándonos el doble mandamiento del amor:
AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Y AL PRÓJIMO COMO A UNO MISMO.
Esta Ley nueva consiste en seguir a Jesucristo, aceptar que Él mismo es el Evangelio y, por tanto, amar como Él nos amó; este es el Mandamiento nuevo. Es un camino que solo podemos recorrer con la ayuda del Espíritu Santo, que actúa en nuestro interior con su luz y su fuerza.
Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús (Flp 2, 5). Quien responde a esta recomendación de Pablo vive la alegría de la verdadera felicidad, que Jesús proclamó en las bienaventuranzas. Él no quita nada de lo que hay de bueno y hermoso en nosotros, sino que nos hace crecer y nos lleva a la perfección para la gloria de Dios y la vida de los hombres. Con Él aprendemos el arte de vivir y de ser felices.
LA FE, LA ESPERANZA, EL AMOR. LA MÁS GRANDE ES EL AMOR
Ser y vivir como hijos de dios, seguir el camino de Jesús no es posible sin la acción del Espíritu Santo. Él nos transforma y nos da las virtudes que nos vinculan a Dios y nos permiten vivir su Ley con generosidad, alegría y libertad. Son las Virtudes Teologales: fe, esperanza y caridad.
Por la FE creemos en Dios y creemos todo lo que Él nos ha revelado y que la Iglesia nos propone como objeto de fe.
Por la ESPERANZA deseamos y esperamos de Dios, con firme confianza, la vida eterna y las gracias para merecerla.
Por la CARIDAD, amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. Es el vínculo de la unidad perfecta (Col3,14) y es superior a todas las virtudes y la primera de ellas.
LAS BIENAVENTURANZAS, LA AUTÉNTICA VIDA CRISTIANA
Al ver Jesús al gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros» (Mt 5, 1-12).
Cristo señala a sus discípulos el camino para ser plenamente felices: las Bienaventuranzas. Están en el centro de la predicación del Reino de Dios; recogen y perfeccionan las promesas y la ley divina. Dibujan el rostro mismo de Jesús y trazan la auténtica vida cristiana, desvelando al ser humano el fin último de sus actos: la bienaventuranza eterna, la vida eterna.
SEGUIMOS A CRISTO CON TODO NUESTRO SER
Revestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios. (Ef 4, 24).
Las pasiones son los sentimientos y emociones que acompañan nuestro obrar; el amor y el odio, el deseo y el temor, la alegría , la tristeza, la cólera..., nos inclinan a actuar o a no actuar, en vista de lo que percibimos como bueno o como malo. La pasión fundamental es el amor. La persona humana siempre ama el bien y aborrece el mal, o lo que considera como tal.
Las virtudes nos permiten no solo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de nosotros mismos. La virtud es una disposición interior, estable y positiva, para hacer el bien. Así, la obediencia, la alegría, la sinceridad..., son virtudes que, si las practicamos, nos ayudan a obedecer, a estar alegres, a decir la verdad. El camino hacia Dios, Él mismo con su gracia, nos transforma interiormente, nos hace parecidos a Jesucristo, fortalece las virtudes humanas y, además, nos regala las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Son fundamento de nuestra personalidad cristiana.
LA ORACIÓN ILUMINA NUESTRA CONCIENCIA
Para escuchar la voz de la conciencia necesitamos hacer silencio y orar. Con la ayuda del Espíritu Santo podemos examinar nuestra conciencia y conocer nuestro corazón, lugares de decisión y de verdad, donde elegimos entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. Con su luz comprendemos mejor algunas reglas que han de guiar nuestro actuar en conciencia:
No está permitido hacer el mal para obtener un bien.
La regla de oro: Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella (Mt 7, 12).
La caridad supone siempre el respeto al prójimo y a su conciencia, aunque esto no significa aceptar como bueno lo que objetivamente es malo.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tu en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará (Mt 6, 5-6).
San León Magno, papa y doctor de la Iglesia, presenta las Bienaventuranzas como el camino que nos conduce a ser auténticamente imagen de Dios.
El Creador quiere verse reflejado en su criatura.
Dios quiere ver reproducida su imagen
en el espejo del corazón humano.
¿Cómo seguir a Jesús?
Seguimos a Jesús siguiendo la voluntad de Dios, manifestada en los 10 Mandamientos, tal y como los vivió y nos los enseñó Jesús y nos ha transmitido la Iglesia.
ACTIVIDADES:
1. Para ver cuanto sabes del tema realiza el cuestionario aquí.
2. Aprende y colorea !Las Bienaventuranzas" (Mateo 5, 2-12).
"Jesús comenzó a enseñarles, diciendo:
Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo." (Tomado de la Biblia “El Libro del Pueblo de Dios”).
- Asimilar que el encuentro personal con Cristo es el encuentro clave para anunciarle.
- Conocer el significado del acontecimiento de Pentecostés y ubicar su celebración en el año litúrgico.
- Valorar el aliento del Espíritu Santo en nuestra oración.
El día de la muerte de Esteban, el primer mártir cristiano, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Los discípulos se dispersaron por los territorios de Judea y Samaria. Los que escapaban, al ir de un lugar a otro, difundían el Evangelio. Pablo de Tarso, joven judío que había asistido al martirio de Esteban, destacaba por la tenacidad con que perseguía a la Iglesia.
Un día, se dirigía a Damasco para encarcelar a los cristianos y, de improviso, una luz lo envolvió con su resplandor: Caímos todos nosotros por tierra y yo oí una voz que me decía en hebreo: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?". Yo dije: "¿Quién eres, Señor?". Y el Señor respondió: "yo soy Jesús, a quien tu persigues. Pero levántate y ponte en pie, pues me he aparecido a ti precisamente para elegirte como servidor y testigo tanto de las cosas que de mi has visto, como de las que te manifestaré" (Hch 26, 14-16).
Había en Damasco un discípulo que se llamaba Ananías y allí bautizó a Pablo. Tras unos días en compañía de los discípulos de esta ciudad, Pablo empezó a anunciar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios. Los oyentes quedaban admirados y comentaban: ¿No es este el que hacía estragos en Jerusalén con los que invocaban ese nombre? Y, ¿No había venido aquí precisamente para llevárselos encadenados a los sumos sacerdotes? (Hch 29, 21).
Entonces Pablo se fue de Damasco a Jerusalén. Todos le tenían miedo, porque no se fiaban que fuera discípulo de Jesús. Fue presentado a los Apóstoles y él les contó que había visto al Señor en el camino, lo que había dicho, y que en Damasco había proclamado con valentía el nombre de Jesús.
Tras su encuentro con Cristo resucitado, Pablo cambió. Ya no podía seguir viviendo como antes; desde entonces fue consciente de que el Señor le había dado el encargo de anunciar el Evangelio en calidad de apóstol.
Los Hechos de los Apóstoles nos relatan sus viajes misioneros. Iniciando la Iglesia por todo el Mediterráneo, Pablo se dedicó a la proclamación de la Palabra sin ahorrar energías y afrontando duras pruebas hasta su martirio en Roma. En su Carta a los Romanos da noticia de sus Proyectos de viajar incluso a España para anunciar el Evangelio (Rom 15, 24). El compromiso de Pablo solo se explica desde su fascinación por Cristo y su convicción de que la Buena Noticia debe ser anunciada hasta el confín de la tierra.
LAS 13 CARTAS DE SAN PABLO
Para comunicarse con las distintas comunidades cristianas que S. Pablo había fundado, les escribe cartas. En estas cartas, también llamadas epístolas, se refleja el testimonio de la vida y personalidad del Apóstol, su intensa actividad misionera, su pensamiento y la gran influencia que tuvo en las primeras décadas del cristianismo.
La biblia incluye 13 cartas que se relacionan de forma directa con el Apóstol San Pablo. Este conjunto literario es el más amplio de los atribuidos por el Nuevo Testamento a un mismo autor.
Hay un primer grupo de cartas que habría sido escrito por el Apóstol con la ayuda de algún secretario. Este grupo lo forman:
1 Tesalonicenses, el escrito más antiguo del Nuevo Testamento y de la literatura cristiana en general.
1 y 2 Corintios
Filipenses
Gálatas
Romanos
y la carta a Filemón.
Un segundo grupo de epístolas fue compuesto años más tarde y con una intervención mayor de algún discípulo de Pablo. Pertenecen a este grupo:
Colosenses
Efesios
Pastorales:
1 y 2 Timoteo
Tito
4.2 Tesalonicenses
LAS PROMESAS DE DIOS SE HAN CUMPLIDO
El centro de la predicación y los escritos de S. Pablo es Jesucristo, su ministerio y su mensaje.
Pablo proclama que Jesús es el Hijo de Dios enviado al mundo en la plenitud de los tiempos, nacido de la Virgen María, descendiente de Abrahán y de David, y por eso mismo, el Cristo, el Mesías de Israel.
Pablo anuncia además que Cristo murió por nuestros pecados, que resucitó de entre los muertos; en Cristo, Dios ha ofrecido la Salvación al mundo, cumpliendo definitivamente sus promesas.
El Hijo de Dios, Jesucristo,
que fue anunciado entre vosotros por mi,
por Silvano y por Timoteo,
no fue "sí" y "no", sino que en Él solo hubo "Sí".
Pues todas las promesas de Dios han alcanzado su "sí" en Él
(2cor1, 19-20).
SOLO SOMOS CRISTIANOS SI NOS ENCONTRAMOS CON CRISTO
"La conversión ensanchó el corazón de Pablo y lo abrió a todos. En ese momento no perdió cuanto había de bueno y de verdadero en su vida, en su herencia, sino que comprendió de forma nueva la sabiduría, la verdad, la profundidad de la Ley y de los Profetas, se apropió de ellos de modo nuevo. Al mismo tiempo, su razón se abrió a la sabiduría de los paganos. Al abrirse a Cristo con todo su corazón, se hizo capaz de hacerse todo a todos. Así realmente podía ser el Apóstol de los gentiles.
En relación con nuestra vida, podemos preguntarnos: ¿Qué quiere decir esto para nosotros? Quiere decir que tampoco para nosotros el cristianismo es una filosofía nueva o una nueva moral. Solo somos cristianos si nos encontramos con Cristo.
Ciertamente no se nos muestra de esa forma irresistible, luminosa, como hizo con San Pablo para convertirlo en Apóstol de todas las gentes. Pero también nosotros podemos encontrarnos con Cristo en la lectura de la Sagrada Escritura, en la Oración, en la vida litúrgica de la Iglesia. Podemos tocar el corazón de Cristo y sentir que Él toca el nuestro. Solo en esta relación personal con Cristo, solo en ese encuentro con el Resucitado, nos convertimos realmente en cristianos" (Benedicto XVI Audiencia General 03/09/2008).
ORAR CON SAN PABLO
En sus cartas, San Pablo nos ofrece una gran riqueza de formas de oración que van de la acción de gracias a la bendición, de la alabanza a la petición y a la intercesión, del himno a la súplica.
Esta gran variedad demuestra que la oración tiene que ver con todas las situaciones de la vida, tanto las personales como las de las comunidades cristianas a las que pertenecemos.
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad,
pues nosotros no sabemos pedir como conviene;
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros.
(Rom 8, 26).
La oración es ante todo un don, fruto de la presencia viva de Dios en nosotros. Queremos orar, pero a veces Dios parece lejano y nos es difícil encontrar las palabras para hablar con Él.
Debemos abrir nuestro corazón y poner nuestro tiempo a disposición de Dios, esperar que Él nos ayude a entrar en un verdadero diálogo. El Espíritu Santo nos hará comprender y expresar lo que queremos decir.
PABLO DA GRACIAS A DIOS POR LOS NUEVOS CRISTIANOS
Doy gracias a Dios por vosotros, por la Gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en Él habéis sido enriquecidos en todo; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final. Fiel es Dios. Os llamó a la Comunión con su Hijo.
(cf 1 Cor 1, 4-9).
SAN JUAN CRISÓSTOMO en el Siglo IV.
obispo de Constantinopla y Padre de la Iglesia,
alaba la predicación del Apóstol San Pablo y siguiendo su ejemplo, nos invita a ser ante el mundo testigos de la Verdad.
¿Qué es la Gracia?
La Gracia es la participación en la vida de Dios.
Es la ayuda que Dios nos da para responder a su llamada.
ACTIVIDADES:
1. Realiza el cuestionario para ver cuanto sabes del tema aquí.
- Descubrir que Dios Uno y Trino es el centro de la fe y de la vida cristiana.
- Saber recitar el credo para entrar en comunión con Dios y con los hermanos.
- Interiorizar que ser cristiano es confiar la propia vida a Dios y renunciar a servir a los ídolos.
- Rezar siempre en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
El credo que profesamos también llamado símbolo de la fe, y que hemos ido descubriendo en el catecismo, resume la historia de la Alianza de Dios con los hombres, expresa lo que Dios ha dicho y ha hecho para revelarnos quién es él: el Dios único y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El misterio de la Santísima Trinidad es el Centro de la FE de la Vida Cristiana.Jesús, el Hijo de Dios, es quien nos ha revelado este misterio: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios. No podemos decir que los cristianos creamos en tres dioses, sino en un único y mismo Dios que subsiste en tres personas realmente distintas: Dios es Padre, Dios es Hijo y Dios es Espíritu Santo.
DIOS PADRE
Dios todopoderoso es el único Dios vivo y verdadero que existe desde siempre y vive para siempre. Es bueno y la fuente de la vida. Creó el mundo, al hombre y a la mujer, pero se apartaron de Él. Dios no los abandonó al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendió la mano a todos, para que le encuentre el que le busca. Reiteró su alabanza a los hombres; por los profetas los fue llevando con la esperanza de salvación. Dios nos ama con mayor ternura que una madre a su hijo y lo demuestra enviando a su Hijo unigénito al mundo para salvarnos.
JESÚS, EL HIJO DE DIOS
Dios amó tanto al mundo que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos envió como Salvador a su único Hijo, el cual se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María, la Virgen, y así compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado;; anunció la Salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Y para cumplir sus designios, Él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, la destruyó y nos dio nueva vida.
EL ESPÍRITU SANTO
Y porque no vivamos ya para nosotros mismos, sino para Él, que por nosotros murió y resucitó, Jesús envió al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a la plenitud su obra en el mundo. El Espíritu Santo es Dios, como el Padre y el Hijo. Él da vida a la Iglesia y la hace Santa, nos hace comprender lo que Jesús dijo, nos da fuerza para seguirlo, continuar su obra y confiar en Dios Padre.
EL CREDO DE LOS CRISTIANOS
El credo que hemos ido descubriendo en el catecismo hace que profesemos nuestra fe en Dios Padre, a quien agradecemos lo que somos y tenemos; en su Hijo Jesucristo, que nos trajo su Salvación; y en el Espíritu Santo, que habita en la Iglesia y en cada uno de nosotros y nos encamina hacia la vida eterna.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que profesamos en nuestro Bautismo, que renovamos en La Vigilia Pascual y cuando celebramos la Eucaristía.
En el credo la Iglesia nos trasmite el misterio de Dios que es amor y que ha querido hacerse familiar y cercano a los hombres. Con todo, Dios es siempre más grande que lo que los seres humanos podemos conocer y decir:
¿Qué abismo de riqueza, de sabiduría
y de conocimiento el de Dios!
¡Qué insondables sus decisiones
y qué irrastreables sus caminos!
Porque de Él, por Él y para Él
existe todo.
A Él la gloria por los siglos. Amén.
CREER EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD CENTRA NUESTRA VIDA
Creer en Dios Padre todopoderoso es afirmar que Dios es el Principio de todo, el autor de la Creación. Eso me lleva a colaborar con Él para mejorar el mundo, conservándolo, y transformándolo de modo que todo lo que hay en él esté al servicio de la humanidad, hoy y en el futuro.
Creer en Dios Hijo es afirmar que Él es la manifestación plena de Dios a la humanidad, por quien hemos sido redimidos. Seguirlo me lleva a intentar vivir como Él vivió, sabiéndome hijo/a de Dios, estando al servicio de los más débiles y compartiendo con ellos los bienes que he recibido.
Creer en el Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo, que confirma y sella el amor y la Comunión entre todos los hombres y mujeres, me lleva a trabajar por la unión entre todos en mi casa, en la escuela, en la sociedad.
EN LA LITURGIA CELEBRAMOS NUESTRA FE EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Nuestra vida como cristianos comienza cuando somos bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Cada vez que trazamos sobre nosotros la Señal de la Cruz, recordamos el bautismo que recibimos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Siempre que participamos en la oración comunitaria de la Iglesia profesamos nuestra fe en la Trinidad y dirigimos nuestra oración al Padre, por nuestro Señor Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo.
En la celebración de la Eucaristía, que es la cumbre de toda la oración de la Iglesia, se tributa a Dios la mayor alabanza, al aclamar:
Jesús hoy nos habla de la necesidad de perseverar en la oración, confiados en que Dios nos escucha y nos concede todo lo que necesitamos.
"Si los padres humanos, aun por exasperación, al fin dan lo que se les pide, cuánto más no dará Dios lo que necesitamos, que en la versión de Lucas se resume en que nos dará el “Espíritu Santo”.
PARA VIVIR:
Cuando oramos a Dios, tengamos en claro que Él nos concederá siempre que lo pidamos con fe, al Espíritu Santo. Él, con sus siete dones, podrá darnos la capacidad de entender qué es lo bueno para nuestra vida y qué es lo que se necesita para poder vivir en plenitud. No siempre pedimos cosas buenas para nosotros, a veces nuestros caprichos nos llevan a pedir cosas que no son importantes. Pedir con claridad al Padre, que nos envíe el Espíritu Santo para que nos otorgue la “visión de Dios” sobre todas las cosas. Y también la intercesión de los demás cristianos, que nos ayuden a pedir a Dios. En un mundo donde vivimos catástrofes naturales, guerras, pandemias... podamos darnos cuenta de las necesidades de nuestros hermanos más necesitados para vivir el diálogo, la buena convivencia, el compartir, la ayuda y la fraternidad...
ORACIÓN:
Señor, enséñanos a orar
como tu lo hacías.
Señor Jesús,
enséñanos a amar,
a ser más hermanos de los demás.
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio y comenta con tus padres las siguientes cuestiones:
PARA COMPRENDER LO QUE DICE EL TEXTO:
¿Cómo comienza el texto? ¿Qué hacía Jesús?
¿Qué es lo que los discípulos le piden a Jesús?
¿Cómo les contesta Jesús, qué les dice que deben hacer como resumen?
¿Qué imagen les dejó después? ¿Cómo comparó la insistencia?
¿Qué agregó finalmente?
¿Qué es lo más importante que debemos pedir a Dios?
PARA MEDITAR LO QUE ME DICE A MÍ EL EVANGELIO: ES IMPORTANTE LA ORACIÓN
Si pidiéramos gran sinceridad ¿Cuánto tiempo dedicas tú a la oración?
Para muchos, la oración es pedirle cosas y acciones a Dios ¿En que se basa principalmente tu oración?
¿Eres consciente también de la intercesión por las necesidades de los demás? ¿O sólo te centras en ti mismo?
¿Es tu oración una acción perseverante? O ¿sólo oras cuando tienes necesidades?
¿Eres consciente que la mejor petición al Señor es que mande su Santo Espíritu sobre ti para aprender a discernir las cosas y ver con los ojos de Dios las realidades?
PARA RESPONDER CON MI ORACIÓN A DIOS:
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor. Es nuestro momento de decirle al Señor, como una respuesta, de cómo quisiéramos recitar el Padre Nuestro. Cómo quisiéramos orar, no con una recitación rápida, sino con calma, con pausa.
PARA INTERIORIZAR LA PALABRA DE DIOS Y COMTEMPLARLA:
A lo largo de esta semana vamos a escribir para repetir todos los días el siguiente versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«¡Cuánto más el Padre del cielo
dará el Espíritu Santo
a los que se lo pidan!»
(Versículo 13)
Así pedimos al Señor ser testigos
de la resurrección para que otros crean.
PARA COMPROMETERME:
¿A qué me compromete la Palabra de Dios en este Evangelio? Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, no soy un verdadero cristiano.Ya sea solo o en grupo, el cambio en nuestra vida de seguidores del Señor debe darse, para enseñarlo a los demás. Podemos hacer también una visita a alguna persona que necesita oración, y enseñémosle cómo se hace este método de Lectio Divina, y oramos por sus intenciones. Así cumplimos con la misión que nos encomendó el Señor.
2. Os dejamos el vídeo de El amigo inoportuno
3. Aprende y colorea:
4. Ve el siguiente vídeo "Trascender" y después coméntalo con tus padres y catequistas:5. Realiza el puzzle: