Jesús recuerda a los 11 apóstoles que nuestra misión es hacer discípulos en todo el mundo. Jesús quiere que la fe llegue a todos los pueblos de la Tierra.
Y les dice "Id pues a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Por eso hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. Por el bautismo nos convertimos en Hijos de Dios, en seguidores de Jesucristo, en creyentes. Por lo tanto en personas con la misión de llevar la fe a otras personas alejadas o que no conozcan a Jesús.
Para vivir: Vivamos unidos en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que nos acompaña y está presente en nuestra vida.
.Comprometidos con nuestro testimonio en una vida nueva, pareciéndonos cada vez más a Jesús. Viviendo los acontecimientos de la vida en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo como verdaderos hijos de Dios. La Trinidad es un encuentro de Amor. Ese Amor permanece en nosotros, se nos comunica, nos atrae transformándonos.
ORACIÓN:
Querido Dios,
Tu eres Padre, Hijo y Espíritu Santo
te doy gracias por conocerte
a través de la inmensidad de tu amor por nosotros.
Quiero pedirte por las personas que no te conocen,
que desean vivir en la verdad
y no tienen quien le enseñe el Evangelio.
Invita a mucha gente
para que se sienta comprometida a trabajar
anunciando tu Reino de Paz y de Alegría. Amén
Cantamos: Gloria a la Santa Trinidad:
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio, después contesta y comenta con tus padres y catequistas:
- Jesús anima y recuerda a los apóstoles la misión que deben continuar ¿Qué les dijo?
- Piensa y expresa si alguna vez, en alguna circunstancia de tu vida, has sentido que Jesús está cerca de ti.
- Crees que podemos decir "SOY CREYENTE" y no tener a nadie con nosotros. ¿Qué nos indica Jesús?
- Esta semana intenta acercarte a alguna persona que veas que tenga algún problema. Hazla sentir que no está sola. Lleva esperanza en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
2. Ve el vídeo "La ternura de dar y recibir amor" y comenta con tus padres y catequistas:
Meditamos: celebramos que Jesús nos dejó el Espíritu Santo. Jesús no nos deja solos; el Espíritu Santo siempre nos acompaña y está con nosotros. El Espíritu Santo nos da la fuerza para no tener miedo y ser constructores de Paz en el mundo, siendo sus testigos.
Para la vida: Hoy es Jesús quien nos envía a comunicar nuestra fe a los demás. Siendo valientes testigos del Evangelio, con la fuerza que nos da el Espíritu Santo que habita en nuestro corazón para vivir como Jesús. Nos hace superar las dificultades para sentirnos hermanos e Iglesia con un mismo corazón.
ORACIÓN:
¡Ven Espíritu Santo!
Llena nuestros corazones, enciende en ellos el fuego de tu amor para ser como Jesús:
para compartir y llevar alegría a los demás.
para hacer el bien con mi tiempo y esfuerzo.
¡Ven Espíritu Santo!
Enciende mi corazón para dar al mundo tu amor. Amén.
2. Vuelve a leer y comenta con tus padres y catequistas:
- ¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Por qué es importante el Espíritu Santo para los cristianos?
- Pensemos y razonemos con nuestra familia y catequistas; pensemos si en alguna ocasión te has sentido ayudado por Dios, cuenta tu experiencia.
- El Espíritu santo me empuja a hacer siempre el bien. Realiza un compromiso a lo largo de la semana que me haga tener muy presente que el Espíritu Santo me acompaña, me guía, me da la fuerza para parecerme a Jesús siendo constructor de paz a mi alrededor.
3. Aprende y colorea:
En el sacramento de la Confirmación se recibe el ESPÍRITU SANTO
Con María en Pentecostés
4. Ve el vídeo "Construyendo sueños" y después lo comentas con tu familia:
5. Realiza el Puzzle:
Fano con su dibujo nos dice que el fuego del Espíritu Santo nos eleva y nos mueve. Solo así podemos ser enviados. Porque realmente necesitamos ser enviados, impulsados por el Espíritu de Jesús Resucitado, para ser Iglesia misionera, “en salida”, que se pone en marcha para vivir con la alegría del Evangelio.
Jesús resucitado ha subido al cielo y manda a sus discípulos a difundir el Evangelio por todo el mundo. Llevar el mensaje de amor y misericordia de Jesús a todos los rincones la tierra. Este Proyecto de Dios solo puede ser llevado a cabo por la fuerza que Dios concede a sus discípulos. "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo"..
PARA VIVIR: Todos, desde nuestro bautismo tenemos la misma misión que los apóstoles. Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión, buscadores de Cristo, en nuestro tiempo y en nuestras circunstancias. Llevando su Palabra de Salvación a los confines de la Tierra.
Como Cristo Resucitado envió a sus apóstoles, con la fuerza del Espíritu Santo, también nos envía hoy a todos nosotros, con la misma fuerza , para poner signos concretos y visibles de esperanza. Porque Jesús nos da la ESPERANZA, se fue al cielo y abrió las puertas del cielo y la esperanza de que llegaremos allí.
ORACIÓN:
Señor Jesús, quiero conocer
y proclamar tu Buena Noticia.
Tu nos haces felices.
Quiero contagiar la alegría que nos das
a mis amigos para que te conozcan.
No nos dejas solos en ningún momento,
nos ayudas a ser generosos, a compartir,
a ayudar a nuestros hermanos....
a poner en práctica las Obras de Misericordia que nos enseñaste.
¡Gracias Jesús por querernos tanto!
Cantamos"La luz dela fe":
ACTIVIDADES:
1. Leemos de nuevo el Evangelio de Marcos y contestamos con nuestros padres y catequistas las siguientes preguntas:
- ¿Qué les dice Jesús a sus discípulos antes de subir al cielo?
- ¿Cómo crees que podrías realizar tu este mandato?
- Coméntalo en tu grupo de catequesis a ver cómo podríamos llevar entre todos el mensaje de Jesús en nuestro barrio, colegio... para que todos conozcan a Jesús.
En 1916, en un pueblo de Portugal llamado Fátima, vivían tres pastorcitos: Lucía, que tenía 9 años, y sus primos Francisco 10 años y Jacinta 7 años.
Todos los días, los pastorcitos llevaban sus ovejas al cerro y, mientras estas pastaban, ellos corrían y jugaban. Al atardecer, cuando la campana de la aldea llamaba a la oración, bajaban con los rebaños rezando el rosario.
Tres veces durante el año 1916, se les apareció un ángel que les dijo: «No teman, soy el ángel de la paz. Recen conmigo». Y haciéndolos arrodillar e inclinar la frente hasta el suelo, les enseñó a decir esta oración: «Dios mío, yo creo en ti y te adoro; espero en ti y te amo. Te ruego que perdones a los que no creen en ti, a los que no esperan en ti, a los que no te aman ni te adoran». Estas apariciones del ángel iban preparando sus corazones para lo que sucedería el año siguiente.
El 13 de mayo de 1917, se les apareció la Virgen vestida de blanco y con un manto bordado en oro. Tenía las manos juntas, como para rezar, y de la mano derecha colgaba un rosario de perlas brillantes.
Los pastorcitos cayeron de rodillas al suelo.
Pero María con una voz muy cariñosa les dijo: «Vengo del cielo y les pido que vuelvan a este lugar el mismo día durante seis meses. Después les contaré quién soy y qué quiero». Y desapareció de la vista de los niños como si se esfumara.
Los niños volvieron a sus hogares muy asustados, y Lucía decidió que era mejor no contar nada a nadie para evitar problemas. Pero al llegar a su casa, Jacinta fue corriendo a decirle a su mamá: «¡Hemos visto a una hermosa señora en el monte! ¡Parecía una reina!». Los padres de Francisco y Jacinta dudaron: «¿Qué habrá de cierto en lo que cuentan estos niños?». Y fueron a ver a la mamá de Lucía y a conversar con ella sobre lo que había ocurrido. La madre de Lucía se enojó mucho con ella, porque no creyó nada de lo que contaba y la llevó a hablar con el cura párroco para que le repitiera el cuento de lo que habían visto. El párroco tampoco creyó a los pastorcitos y los reprendió diciendo: «¡Ah, estos niños! ¡No les cuesta nada inventar estas historias! No quiero volver a escuchar nada de este asunto...» . Lucía se fue llorando y se sintió muy triste: nadie le creía y ellos solo contaban la verdad de lo que habían visto.
Al mes siguiente, volvieron a encontrarse con la Señora. En el mismo lugar y con el mismo resplandor, se les volvió a aparecer. Esta vez les dijo: «Hijitos míos, tendrán que sufrir mucho, pero no tengan miedo, porque yo los ayudaré. Tienen que aprender a leer y a escribir y a rezar siempre el santo rosario. Ofrezcan todos los días sacrificios para que los pecadores se arrepientan». La gente que vivía en ese lugar comenzaba a murmurar acerca de las cosas que pasaban todos los meses en este campo en las afueras del pueblo. Nadie dudaba de que la señora era la Virgen María.
En una de las ocasiones en que la Señora debía aparecer, el gobernador de la provincia y el alcalde secuestraron a los niños para que no pudieran acudir a la cita y los llevaron al palacio. El gobernador les pidió que le contaran todas las cosas que «esa señora» les había dicho y les prohibió que volvieran a verla. Pero los niños no tuvieron miedo; sabían que la Virgen los acompañaba y se negaron a obedecer las órdenes del gobernador.
Entonces los encerraron en una prisión, pero tampoco lograron atemorizarlos ni convencerlos. Estando en la cárcel, comenzaron a rezar el rosario de rodillas y todos los presos los imitaron y se pusieron a rezar también. El gobernador se vio obligado a dejar a los niños en libertad, y estos volvieron a sus hogares.
Los niños esperaban ansiosos la próxima aparición de la Señora. Esta sería la última, y ella les había prometido que, en esa ocasión, haría un milagro para que todos creyeran. El día llegó. Muchísimas personas se reunieron en ese lugar. Venían de distintos lados y traían a enfermos para que fueran curados. Lucía, Francisco y Jacinta se arrodillaron y, cuando empezaron a rezar el rosario, la gente los imitó. La Virgen se aparecía solo a la vista de los niños; nadie, excepto ellos, podía verla. Únicamente ellos escuchaban sus palabras, el resto oía solo un murmullo.
Y la Señora les dijo: «Yo soy la Virgen del Rosario». Quiero que construyan aquí una capilla. y que los hombres aprendan a no ofender más a Jesús, rezando el rosario y consagrándose a mi corazón inmaculado». Y después se produjo el milagro que había prometido: el sol, como un gran disco brillante, empezó a girar en el cielo. De él se desprendían rayos de colores. Todas las personas se quedaron asombradas, muchos enfermos se curaron y alababan a Dios, que había manifestado su poder por medio de la Virgen María
.
El deseo de la Virgen fue concretado: en ese lugar, se levanta un hermoso templo en su honor al que acuden muchísimas personas de todo el mundo en peregrinación para agradecerle a María por los dones recibidos y para consagrarse a su corazón inmaculado.
La Virgen de Fátima nos enseña...:
a rezar el rosario;
a ofrecer sacrificios por la conversión de los pecadores;
El 13 de Mayo de 1981, como sabéis, el turco Ali Agca atentó disparando a Juan Pablo II en la plaza de San Pedro. El Papa regaló la bala a la Virgen de Fátima en agradecimiento por proteger su vida. La bala se encuentra rematando la corona de la Virgen, en el centro (lo que se ve que parece una bellota invertida)
Jacinta y Francisco murieron, siendo niños, por una enfermedad en los pulmones. El 13 de mayo del año 2000, el papa Juan Pablo II los beatificó, en honor a todos los favores que ellos concedían a las personas desde el cielo. Lucía ya falleció. Después de que murieron sus primos, se hizo monja contemplativa. Varias veces habló con Juan Pablo II y estuvo presente en la misa de beatificación de Jacinta y de Francisco.
ACTIVIDADES:
1. Rezamos:
2. Aprende
(Fotos tomadas de "La Virgen de Fátima para todos los niños del mundo)
6. También os dejamos la película completa: "La Virgen de Fátima"
SABER MÁS: Conoce los lugares donde se apareció el ángel, y el lugar de las 6 apariciones de la Virgen del Rosario de mayo a octubre (en agosto fue el 19 por estar los pastorcitos en prisión):