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Sube al autobús Juan Bautista. Domingo Gaudete. la Alegría de la conversión |
Lecturas misa. AQUÍ. Os dejamos el Evangelio según San Lucas 3, 10-18:
MEDITAMOS:
En la lectura de hoy podemos ver cómo la gente que esperaba con sinceridad la venida del Mesías preguntaban a Juan qué tenían que hacer, cómo debían preparar el camino al Salvador. Juan respondió con toda firmeza: hay que compartir, hay que ser justos, hay que respetar al otro.
PARA VIVIR:
El mismo programa que expuso Juan nos viene muy bien a nosotros; han pasado más de dos mil años y somos injustos, egoístas y no respetamos las vida de los demás. Jesús es la buena nueva que Juan anunció, y hoy esta buena nueva, sólo ha llegado a una tercera parte de la humanidad. Nosotros, seguidores de Jesús, estamos llamados a anunciar la buena nueva. Ya sabemos que hay muchas maneras de hacer que el Evangelio llegue a los demás pero lo más importante es que demos testimonio con nuestra vida. ¿Qué vamos a hacer en esta Navidad? ¿En nuestra familia? ¿Con nuestros amigos y vecinos?
Querido Dios,
Estamos muy contentos
porque Jesús está cerca
y la fiesta de su nacimiento
queremos conmemorarla
mucho mejor que los años anteriores.
Son dos mil veinticuatro años
de ese gran acontecimiento
y una vez más te damos las gracias
porque es por el amor
que nos tienes
que Jesús ha venido a nosotros.
Te pedimos, agrandes nuestro corazón
para poder amar a todos como Jesús. Amén.
Cantamos "Un corazón grande"
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio. Después comenta con tus padres y catequistas las siguientes cuestiones:
- Contesta: - ¿Qué le respondió Juan el Bautista a l a gente cuando le preguntaron qué tenían que hacer?- ¿Qué dijo Juan a la gente que creía que él era el Mesías?- ¿De qué no se sentía digno Juan el Bautista?
- El texto: Algunos recaudadores de impuestos también vinieron a bautizarse y le preguntaron a Juan: “Maestro, ¿Qué debemos hacer?” 13 Juan les dijo: “¡No cobren más de lo que está ordenado en la Ley!” 14 Algunos soldados también le preguntaron: “¿Y nosotros qué debemos hacer? Juan les respondió: “No extorsionen a nadie ni hagan falsas acusaciones contra alguien, y confórmense con su salario”. 15 La gente, estando esperanzada, comenzó a pensar que quizás Juan era el Mesías, 16 pero Juan respondiendo a todos, dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene alguien que es más poderoso que yo, y no soy digno de desatar las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y fuego. 17 Con la pala en la mano, separará el trigo de la paja. Mantendrá el trigo en su depósito, pero quemará la paja en el fuego que nunca se apaga”. 18 Juan estaba anunciando la buena noticia a las personas, aconsejando de este modo y con otras muchas recomendaciones.
- Reflexión: la Iglesia está en un tiempo de espera, de preparación. El Evangelista San Lucas, nos presenta ahora parte de las enseñanzas de Juan el Bautista. La gente está rodeando a este precursor de Jesús. Sus enseñanzas eran muy radicales para prepararse a recibir al Mesías. Y por eso cuando las personas le preguntan a Juan el Bautista qué deben hacer, él responde en dos partes: La primera poniendo en orden las prioridades de este mundo. Hablando a las personas en diferentes aspectos. Con respecto a las cosas materiales, están para ser compartidas con todos. No hay que acaparar si se tienen dos vestimentas, una debe dársela al que no tenga nada. Lo mismo con la comida. En este gesto, pone como centro a la persona humana y no a las cosas. También fueron los recaudadores de impuestos a los que les recuerda la honestidad; y a los soldados les dice que aun cuando tengan la fuerza y la autoridad no se debe maltratar a nadie ni denunciar a nadie injustamente, y contentarse con lo que se recibe. Esta enseñanza de Juan es muy audaz, pues está en riesgo su propia vida por decir la verdad. Pero el anuncio del Reino vale la pena. En segundo lugar, le contesta a la multitud que estaba viéndolo a él como una persona importante, y se cuestionaba quién era, Juan, les aclara que si bien está bautizando con agua, viene alguien después, que tendrá más autoridad y que los bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Juan es quien está abriendo el camino para que llegue el Mesías, el salvador, de quien dice que no es digno ni siquiera de desatarle la correa de sus sandalias (cosa reservada para la servidumbre). También aclara que el Mesías está muy cerca y su servicio será poner el trigo en el granero y la paja en un fuego que nunca se apagará. Esto es el anuncio de la Buena Noticia, que obviamente trae un cambio de vida, concentrarse en lo esencial, para que cuando el Mesías llegue, pueda encontrar el orden deseado por Dios.
- Papa Francisco:
- Oración:
- Interiorizo la Palabra de Dios:
- Me comprometo:
Hay una pregunta que se repite tres veces: «¿Qué cosa tenemos que hacer?». Se la dirigen a Juan el Bautista tres categorías de personas: primero, la multitud en general; segundo, los publicanos, es decir los cobradores de impuestos; y tercero, algunos soldados. Cada uno de estos grupos pregunta al profeta qué debe hacer para realizar la conversión que él está predicando. Al primer grupo, a la multitud, le dice que compartan los bienes de primera necesidad, y dice así: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Al segundo grupo, al de los cobradores de los impuestos les dice que no exijan nada más que la suma debida. ¿Qué quiere decir esto? No pedir sobornos. Es claro el Bautista. Y al tercer grupo, a los soldados les pide no extorsionar a nadie y a contentarse con su salario. Son las respuestas a las tres preguntas de estos grupos. Tres respuestas para un idéntico camino de conversión que se manifiesta en compromisos concretos de justicia y de solidaridad. Es el camino que Jesús indica en toda su predicación: el camino del amor real en favor del prójimo.
La liturgia de hoy nos repite, con las palabras de Juan, que es preciso convertirse, es necesario cambiar dirección de marcha y tomar el camino de la justicia, la solidaridad, la sobriedad: son los valores imprescindibles de una existencia plenamente humana y auténticamente cristiana. ¡Convertíos! Es la síntesis del mensaje del Bautista.
Y la liturgia de este tercer domingo de Adviento nos ayuda a descubrir nuevamente una dimensión particular de la conversión: la alegría. Quien se convierte y se acerca al Señor experimenta la alegría. El profeta Sofonías nos dice hoy: «Alégrate hija de Sión», dirigido a Jerusalén; y el apóstol Pablo exhorta así a los cristianos filipenses: «Alegraos siempre en el Señor». Hoy se necesita valentía para hablar de alegría, ¡se necesita sobre todo fe! El mundo se ve acosado por muchos problemas, el futuro gravado por incógnitas y temores. Y sin embargo el cristiano es una persona alegre, y su alegría no es algo superficial y efímero, sino profunda y estable, porque es un don del Señor que llena la vida. Nuestra alegría deriva de la certeza que «el Señor está cerca». Está cerca con su ternura, su misericordia, su perdón y su amor.
Que la Virgen María nos ayude a fortalecer nuestra fe, para que sepamos acoger al Dios de la alegría.
Es un diálogo con Jesús que sea personal:
Señor Gracias por la enseñanza de Juan el Bautista, el precursor.
Entiendo que él me está hablando también a mí.
Abre Señor mi corazón, para que sepa compartir.
Muchas veces en la dureza de mis actitudes
estoy acaparando mucho, y no sé compartir.
Te pido que me ayudes a ser generoso,
a compartir mi vida, mi tiempo
y las cosas que me permites administrar.
Deseo ser tu discípulo, y entiendo que para seguirte,
debo tener una actitud con las cosas en forma diferente.
Señor que en mi vida pueda ir ganando para ti, más trigo,
es decir mejores acciones desde mi fe que está puesta en Ti.
Que nunca me canse de anunciar la Buena Noticia
y que siempre esté dispuesto para hacerte conocer
a quien aún no te conoce. Toma mi vida,
soy un discípulo que está queriendo recorrer
un nuevo camino hacia el anuncio de tu Reino. Amén
¿Qué capacidad tenemos de compartir? Tanto en el plano social, como en el fiscal o como en el policial, la regla de oro consiste en un no al atropello, a la mentira, a la violencia…; un sí al Señor que se insinúa en el prójimo y un sí a la alegría de vivirle cercano, en el otro, entre nosotros. Digamos sí a la «comunión» con los hermanos que nos convierte en seres felices. Digamos sí a la «buena noticia» que se nos acerca en los hermanos…
Desde el fondo del misterio de nuestra existencia «viene el fuerte…, «él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». Disponemos nuestras vidas para aceptar, para vivir y gozar de ese extraordinario don que Dios nos hace: renacer a la alegría, al gozo de compartir, a la BUENA NOTICIA. Viene encarnando en ti y en mí una nueva vida.
En el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón. Podemos recordar la frase, dirigiéndola a Jesús:
¿Qué debemos hacer?
(Versículo 10)
Esta frase que pregunta la gente, es la que yo iré haciéndole muchas veces a Jesús, ¿Qué debo hacer? ¿Qué más me falta? Mientras vamos pidiéndole al Señor repetidamente con esta frase, cómo podemos ser sus seguidores, dando todo, desde nuestra propia vida.
El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene”. El hecho de haber nacido en un país pobre no quita a sus habitantes el derecho de tener una comida, un vestido, unos zapatos, una escuela, una vivienda humilde, un hospital. Comprométete a eliminar de tu vida las cosas superfluas e incluso algunas necesarias y ponlas al servicio de los demás.
«Que nada os preocupe ni os turbe». A pesar de cualquier dificultad o problema que te pueda sobrevenir conserva la alegría en lo más profundo de tu corazón. Estás esperando el nacimiento de Jesús -¡y está ya a las puertas!-, no puedes estar triste.
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El Señor está cerca, limpia todo lo que estorbe en tu vida para recibir a Jesús. |
¿Qué verbo usas más en tu vida: el verbo pensar, el verbo hablar, o el verbo hacer? El cristiano opta por el verbo “hacer”. ¿Y tú?
El periodista español José Luis Martín Descalzo, escribe: «Si yo tuviera que pedirle a Dios un don, un solo don, un regalo celeste, le pediría, creo que sin dudarlo, que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Pide al Señor este don.
Todos queremos ser felices. Examina si lo vas a ser por el camino que llevas. ¿En qué tienes que cambiar? ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que se repite en el texto. Estamos ya cerca al nacimiento del Redentor. Aprovecha para preguntarte ¿Qué debo hacer ante su venida?
Se tiene que notar un cambio en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
De forma personal, te propongo una relectura del texto, volver a pensar cómo este texto está dirigido hacia mí y ver en qué aspectos de mi vida hace falta una nueva dimensión para poder ajustarme a la propuesta del Evangelio. Y realizar al menos alguna actividad, donde pueda compartir.
En mi grupo, pueden realizar en la comunidad una forma de compartir alimentos o artículos necesarios para personas que lo necesiten. Y buscar a algún grupo humano (ancianos, enfermos, familias necesitadas) para compartirles lo que juntamos.

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Coloreamos la ventana del 3er domingo de Adviento Se sube Juan Bautista |
3. Ve el Vídeo "Pequeñas acciones" Después coméntalo con tus padres y catequistas:4. Realiza el puzzle:
MÁS FUERTE QUE YO!
¡ÉL OS BAUTIZARÁ CON
ESPÍRITU SANTO Y FUEGO
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