Lee el santo Evangelio según San Marcos 10, 35-45 aquí.
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Los hermanos Santiago y Juan, apóstoles de Jesús, eran hijos de un pescador judío llamado Zebedeo y de Salomé, se dirigen a Jesús con un pedido muy especial: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”.
Jesús responde claramente que no saben lo que piden. Como hemos visto en anteriores domingos, Jesús había anunciado a sus discípulos que debía padecer, morir y resucitar al tercer día. A este mismo pasaje del Evangelio de San Marcos le precede el tercer anuncio de la Pasión. Por lo tanto este pedido de Santiago y Juan nos muestra que quienes acompañaban a Jesús en ese momento, estaban inmersos en sus propios intereses, y no habían captado correctamente las palabras de Jesús.
Quieren participar de la gloria de Cristo, y este es un magnífico deseo, el mejor que cualquier hombre puede desear en su vida. Pero desconocen que el camino de la Gloria es el de la Cruz. Confunden la gloria con la propia aspiración personal, el éxito terreno, el prestigio y la honra.
A la pregunta de Jesús, acerca de si pueden beber el cáliz y recibir el mismo bautismo, ellos responden que sí. Jesús consintió, pero con respecto al pedido de sentarse a la derecha o a la izquierda en el Reino, Jesús dice, que sólo al Padre le corresponde concederlo, y no a él. “Beber el cáliz”, del sufrimiento o de la alegría era una metáfora muy usada en la literatura judía para referirse a los dolores o alegrías que debía experimentar una persona; aquí se refiere a la Pasión de Cristo.
Papa Francisco el primero en servir a todos Al Mundo, a la Familia y a la Iglesia |
Los otros diez apóstoles que escucharon el pedido de los hermanos Santiago y Juan, se indignaron, y tuvieron malos sentimientos. Surge en ellos el veneno de la envidia y de la ambición, sentimientos comunes de quienes buscan el poder, y el reconocimiento.
Es por eso que Jesús pone el ejemplo de los gobernantes, y de los poderosos, haciendo un llamado a no ser como ellos. Para ser “grande”, hay que hacerse servidor, y para ser el primero, hay que hacerse el sirviente de los hermanos. Esto no es sólo una enseñanza de Jesús, sino lo que Él mismo vino hacer: a servir y a dar su vida en rescate de una multitud. Jesús enseña con sus palabras, pero más aún con su propia vida.
Para vivir:
El texto de Marcos muestra bien a las claras las dificultades que tenían los discípulos para entender a Jesús. Seguían pensando en un Mesías político, buscaban carteras ministeriales, querían triunfar por el poder, el prestigio… se habían arrimado al carro del que pensaban que iba a ganar.
Esta situación se prolonga dramáticamente durante toda la vida de Jesús, y los evangelistas la reflejan muchas veces (Mateo 18, Mateo 23, Marcos 9, Lucas 9, Lucas 22).
La respuesta de Jesús es siempre la misma: «el que sea el mayor, que sirva al más pequeño” … Todo esto culmina de forma espectacular en la escena que se ha considerado como «el testamento» de Jesús, narrado por Juan (13,1-17), cuando al principio de la última cena Jesús lava los pies a los discípulos, como un esclavo (José E. Galarreta).
Señor, Jesús,
sé que soy egoísta
y busco mi comodidad interés.
Ayúdame a saber compartir,
a dar sin medida...
Que aprendamos
que el servicio y la acogida
son las cualidades de alegría
para acercarnos a los demás, con humildad. Amén.
ACTIVIDADES:
1. Vuelve a leer o ver el Evangelio y comenta con tus padres y catequistas:
- Jesús, a las personas que ama, sabe también decirles que NO. ¿Sabemos nosotros decir que no a su debido tiempo? ¿Nos da miedo?
- ¿Sabemos decir que sí a lo que Jesús nos propone en el Evangelio? ¿Nos fiamos de Él?
- ¿Sabemos imponernos a los criterios del mundo, contrarios al evangelio? ¿Nos sentimos orgullosos de ser cristianos?
2. Aprende y colorea:
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