- Conocer los ritos esenciales de la celebración eucarística para vivirla mejor.
- Participar en la eucaristía todos los domingos y fiestas de guardar.
- Orar ante el sagrario reconociendo la presencia real de Cristo en el pan consagrado
Los sacramentos de la iniciación cristiana, el bautismo, la confirmación y la eucaristía, constituyen un camino parecido al que se da en nuestra vida: nacemos, crecemos, nos alimentamos… Los nacidos a la vida de los hijos de Dios por el bautismo crecen y se fortalecen con el sacramento de la confirmación y son alimentados en la eucaristía.
Quien ha abrazado la fe dentro de una comunidad, sabe que ir a misa los domingos es más que una obligación, es el momento más importante en su relación con Dios y los hermanos.
Somos convocados por Dios. Cuando nos reunimos para celebrar la eucaristía, somos convocados por Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo como asamblea del Pueblo de Dios.
Escuchamos y acogemos la Palabra de Dios. Durante las lecturas escuchamos al Señor, él nos habla. Después el sacerdote nos ayuda a entender y descubrir la actualidad y el sentido de la Escritura. El Espíritu Santo nos ayuda a acoger esa Palabra y a llevarla a los demás, convirtiéndonos en testigos de su amor.
Celebramos el memorial de la pasión del Señor; el misterio de la Muerte y Resurrección de Jesús. Por la fuerza del Espíritu Santo, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Su cuerpo partido y su sangre derramada para la remisión de los pecados son el sacrificio de amor ofrecido al Padre para la salvación del mundo.
Unidos a Jesús, formando un solo cuerpo, ofrecemos nuestra vida cotidiana y participamos de su Pascua, el paso de la muerte a la vida.
La eucaristía acrecienta nuestra unión con Cristo y su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia, recibida en el bautismo y en la confirmación, y nos hace crecer en el amor al prójimo. Nos fortalece en el amor, nos perdona los pecados veniales y nos preserva de los pecados mortales.
Somos enviados a ser sus testigos. La eucaristía acaba con la invitación a llevar a los demás lo que el Señor nos ha dado.
UNA TRADICIÓN QUE VIENE DEL SEÑOR
S. Pablo escribía a la Comunidad de Corinto: "Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24.y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 25.Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bibiereis, hacedlo en recuerdo mío.» 26.Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga." (1 Cor 11,23-26)
Desde los primeros tiempos, los cristianos se reunían los domingos, día en que Cristo venció a la muerte, para cumplir lo que Jesús había mandado en la última cena: “Haced esto en memoria mía”. Desde entonces los cristianos seguimos reuniéndonos los domingos para celebrar la eucaristía.
CRISTO MISMO SE NOS DA COMO ALIMENTO
A esa reunión la Iglesia Católica la designa con diversas expresiones: Santa Misa, Acción de Gracias, Cena del Señor, fracción del pan, celebración Eucarística, Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, Santo Sacrificio, Santa y Divina liturgia, Santos misterios, Santísimo Sacramento del Altar, Sagrada comunión....
En ella se anuncia y se hacen presentes en el tiempo los acontecimientos salvadores de la Muerte y Resurrección de Jesús, hasta que él vuelva. Cristo mismo se nos da como alimento y como bebida para la vida eterna. El pan y el vino, convertidos en Cuerpo y Sangre del Señor, son una anticipación de los “nuevos cielos y la nueva tierra” inaugurados por la Resurrección de Jesús.
Por ello decimos que la Eucaristía es fuente y culmen de toda vida cristiana, y también de su misión. En ella alcanza su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él.
La eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, que es Cristo mismo, nuestra Pascua. Sus efectos son la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios. Mediante la eucaristía nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna.
Quien no ha entendido el significado de la eucaristía busca excusas para no asistir y por tanto, no participa plenamente en la vida de la comunidad.
EL SAGRARIO, CORAZÓN VIVO DE NUESTROS TEMPLOS
Al terminar la eucaristía, el sacerdote guarda en el sagrario el pan consagrado, que es el Cuerpo de Cristo. La iglesia lo custodia con especial veneración para hacerlo llegar a quienes no pueden asistir a la misa, de modo especial a los enfermos y moribundos. Cuando esto sucede, el sacerdote u otro cristiano encargado de esta misión les lleva la comunión, son los ministros extraordinarios de la Comunión, que como continuidad de la misa lleva la comunión a las personas impedidas y enfermos de la comunidad.
Cuando algún cristiano se encuentra en trance de muerte y recibe el pan eucarístico, decimos que ha recibido el viático.
Esta comunión le da fuerza para recorrer el último viaje, el camino que conduce a la Casa del Padre.
La Iglesia tributa un culto de adoración a Cristo presente en el sacramento de la eucaristía de diversas formas, como por ejemplo, la visita y oración ante el Santísimo, la adoración solemne o las procesiones del Corpus Christi.
Didaché enseñanza de los 12 Apóstoles |
Reunidos cada domingo,
partid el pan y dad gracias
después de haber confesado vuestros pecados,
a fin de que vuestro sacrificio sea puro.
“LA EUCARISTIA NOS UNE MÁS A CRISTO Y A LA IGLESIA, NOS FORTALECE EN LA VIDA CRISTIANA, NOS HACE CRECER EN EL AMOR, NOS CONCEDE YA LA VIDA ETERNA Y NOS DA GARANTÍA DE LA RESURRECCIÓN FUTURA”.
Cantamos Ya no eres pan y vino
Fuente:
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA: Testigos del Señor. Editorial EDICE, 2ª edición. Madrid, 2015.
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA: Sagrada Biblia. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Madrid, 2011
ACTIVIDADES:
1. Aprende y colorea:
4. Pincha aquí y comprueba lo que sabes del tema.
Cantamos Jesús eucaristía
JESÚS ESTA PRESENTE
EN LA EUCARISTÍA
EN CUERPO, SANGRE,
ALMA Y DIVINIDAD
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