Meditamos: Jesús es el Buen Pastor que conoce a sus ovejas y ellas lo conocen a Él. Da su Vida libremente por las ovejas.
Para vivir: Somos sus ovejas, escuchemos su voz para conocerlo y seguirlo para ser discípulos fieles. Dejemos que nos guíe en nuestros sacerdotes, amando a los hermanos más necesitados.
ORACIÓN:
Señor, Buen Pastor,
🐏🐏🐏🐏🐏
hoy te pedimos
de una manera especial por los sacerdotes Y deseamos recordar
con especial cariño
y gratitud a nuestro Párroco,
D. Andrés.
También a D. Antonio
y D. Sebastián.
Recompensa su misión con abundantes bendiciones y haz que lo que diariamente siembran entre nosotros, produzca abundantes frutos.
Virgen María protégelos siempre. Amén.
Cantamos Yo soy el Buen Pastor:
ACTIVIDADES:
1. Comenta con tus padres y catequistas: Lee o ve de nuevo el Evangelio de Juan. Jesús da su Vida por ti, porque te ama y quiere tu bien. ¿De qué manera le agradeces?
2. En tu vida puede haber personas que se hacen pasar por Buenos Pastores, pero te están haciendo mal ¿Qué te pide el Señor en relación con ellas? En tu vida ¿Cuál será el lobo que se quiere aprovechar de ti? ¿Qué vas a hacer?
3.¿Por qué dice Jesús que sus ovejas lo conocen a Él? ¿Qué conoces de Jesús? ¿Qué haces para conocerlo más? ¿Cómo puedes ayudar a Jesús a traer otras ovejas para que sean de Él?
4. Aprende y colorea:
5. Ve el siguiente vídeo y coméntalo con tus padres y catequistas:
6. Seguimos viviendo la Pascua con alegría y gozo. Jesús esta vivo y está con nosotros hasta el final de los tiempos. Repasamos La Pascua:
Meditamos: Jesús Resucitado sale al encuentro de sus amigos, en ellos también a nuestro encuentro; les da su Paz. Ellos muy contentos lo comunican a todos.
Para vivir: Jesús sigue vivo entre nosotros y nos dice: "Paz a vosotros". Ayúdanos a recibirte con alegría y llevarte a los demás: Jesús pide de comer, pero no porque lo necesite para su vida, sino para enseñarnos, que necesitamos alimentar nuestra fe, para que habite en nosotros el espíritu de Diosy acojamos su paz en nuestro corazón.
Descarga en mi corazón tu Palabra
ORACIÓN:
Querido Jesús
danos tu Paz,
danos tu Espíritu
para vivir la alegría
de comunicar a todos
que resucitaste,
que caminas a nuestro lado hacia la felicidad completa. Amén
Cantamos: Todo lo que sé, lo que soy y lo que tengo es tuyo, Jesús
ACTIVIDADES:
1. Lee o ve de nuevo el Evangelio de hoy. Después comenta con tus padres y catequistas:
- Jesús se aparece a los discípulos y les dice que no tengan miedo, ¿Por qué?
- Jesús Resucitado les dice que era necesario que todo lo que le había pasado a Él, le pasara. Nuestra fe cobra sentido porque los cristianos creemos en la Resurrección de Jesús. ¿Cómo crees que podemos alimentar nuestra fe?
2. Aprende y colorea:
Jesús Resucitado come pescado con sus discípulos
3. Mira el vídeo y comenta con tus padres y catequistas:
1. Descubrir el valor de la Biblia para la Iglesia y la vida del cristiano 2. Conocer los libros que componen el Antiguo y el Nuevo Testamento 3. Identificar las grandes etapas de la Historia de la Salvación
4. Experimentar que Dios se dirige hoy a mí a través de los textos bíblicos
Antes que nosotros, muchos hombres y mujeres de todas las edades han escuchado la palabra de Dios y han encontrado en ella la luz para recorrer el camino de la vida. Como dice el salmista: Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero (Sal 119, 105).
También hoy, nosotros escuchamos a Dios que nos habla a través de los libros de la Biblia. La Biblia o Sagrada Escritura narra la historia de lo que Dios ha hecho por nuestra salvación; que se ha ido transmitiendo de palabra y por escrito de la Tradición de la Iglesia hasta llegar a nosotros. Esta historia alcanza su plenitud en Jesús, el Hijo único de Dios, enviado por el Padre para salvar a la humanidad. La Biblia tiene su centro en Jesucristo, que es la palabra definitiva que Dios dice a la humanidad.
Decimos que la Biblia es Palabra de Dios porque él es su autor. Él ha inspirado a los diversos autores que la han compuesto. El conjunto de sus 73 libros, redactados a lo largo de diez siglos, se divide en dos partes:
El Antiguo Testamento, que contiene la historia y la reflexión religiosa del pueblo de Israel y narra la promesa de Dios de establecer una Alianza y con la humanidad y enviar al Salvador.
El Nuevo Testamento, que presenta la experiencia cristiana sobre el cumplimiento de las promesas de Dios en Jesús, muerto y resucitado por nuestra salvación.
Historia de la Salvación. Antiguo Testamento:
Historia de la Salvación. Nuevo Testamento:
Los textos de la Biblia están escritos hace mucho tiempo, pero esconden verdades que hay que ir descubriendo en compañía de la Iglesia. La historia de Abrahán, de Moisés o de David, la vida de los primeros cristianos y, sobre todo, lo que Jesús hizo y dijo, nos da a conocer quién es Dios y quiénes somos cada uno de nosotros.
DIOS TE HABLA AL CORAZON
Sin cesar, la Iglesia encuentra en la Sagrada Escritura su alimento y su fuerza.
Para la Iglesia la Biblia no es solo una palabra humana, sino palabra de Dios; el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Hoy y siempre, Dios nos dirige una palabra a cada uno de nosotros. Por ello, el cristiano debe leer la Biblia personalmente y, sobre todo, escucharla piadosamente con los demás en comunión con la Iglesia, para descubrir qué es lo que Dios le está diciendo hoy. Las celebraciones litúrgicas, especialmente la misa, son el lugar más adecuado para leer y escuchar la palabra de Dios; Cristo nos habla para que cada día y amemos más a Dios y a los hermanos.
Llamamos «Historia de la Salvación» y también «Historia de la Alianza de Dios con los hombres» al proyecto o designio de Dios de comunicar a todo hombre y mujer su amor misericordioso, haciéndoles participar de su propia vida. Dios llevó a cabo este proyecto entrando en la historia humana, con obras y palabras, y sembrando en los corazones de todos los hombres semillas de verdad y bien para ayudar a todos a alcanzar la salvación. Con la venida del Hijo de Dios, Jesucristo, y el don del Espíritu Santo, Dios cumple plenamente sus designios, que la Iglesia nos transmite y explica a través de su Magisterio.
LA BIBLIA ESTÁ EN EL CORAZÓN DE NUESTRA FE
Dios ama a todos los hombres como un Padre, los sacia de bienes y los llene de gracia de ternura. El amor gratuito de Dios a los hombres se ha manifestado en laHistoria de la Salvación recogida en la Biblia, que la Iglesia nunca ha dejado de narrar y que los cristianos acogemos y vivimos con fe y gratitud.
Esta historia nos recuerda que Dios ha creado el mundo y ha dado al ser humano la vida. Él escogió a Israel para confiarle su designio de reunir en una familia a los pueblos de tierra dispersos por el pecado.
Esta historia nos recuerda que Dios cumplió su promesa al enviarnos a su Hijo, nacido de la Virgen María, una mujer del pueblo de Israel.
Esta historia nos recuerda que Jesús resucitado nos envió al Espíritu Santo; gracias a la acción de este Espíritu los creyentes podemos hoy, en la Iglesia, invocar a Dios como Padre y vivir unidos como hermanos hasta que el Señor vuelva.
La FE, el principio de la Felicidad
Esta historia continúa viva en todo lo que la Iglesia cree, celebra, vive y llora. En la Iglesia, el papa y los obispos nos ayudan, como maestros de la fe, a interpretarla fielmente.
EL MAGISTERIO. LA IGLESIA NOS ENSEÑA LA FE
El señor dio a su iglesia la misión de transmitir el mensaje de la fe. Prometió la asistencia del Espíritu Santo que le ayudaría, para hacerlo con verdad. La Iglesia le corresponde escuchar, custodiar, interpretar y transmitir la palabra de Dios, presente en la Sagrada Escritura y la Tradición.
Por voluntad del Señor, el papa y los obispos ejercen un Magisterio, que tiene la misión de enseñar a interpretar de manera auténtica el mensaje de la fe. Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio están tan unidos que no pueden existir el uno sin los nosotros.
LA IGLESIA Y EL PUEBLO DE ISRAEL
La Iglesia de Cristo ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio del pueblo de Israel, con quien Dios estableció la antigua Alianza. Los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y en los Profetas.
Del pueblo de Israel procede, según la carne, Cristo, hijo de la Virgen María. Los mismos Apóstoles nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo del Evangelio de Cristo.
Gran parte de los judíos no aceptaron el Evangelio, e incluso algunos se opusieron a su difusión. No obstante, dice el apóstol Pablo que los judíos son muy amados de Dios porque él no se arrepiente de sus dones ni de su elección. La Iglesia espera el día, que solo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y le servirán como un solo hombre.
ISRAEL
Este es el nombre que, según el libro del Génesis, Dios impuso a Jacob, hijo del patriarca Isaac. Significa «fuerte frente de Dios». El pueblo elegido de Dios será llamado pueblo de Israel o, sencillamente, Israel.
DIOS NOS ENSEÑA COMO PODEMOS ESCUCHARLE Y HABLAR CON ÉL
Para poder escuchar la Palabra del Señor, contenida en la Biblia, necesitas hacer silencio. Piensa que Dios te habla personalmente, que lo escrito en la Biblia es un mensaje que él te dirige hoy a ti.
Al principio del día, pide que Dios tenga la primera palabra y que tu primera palabra sea también para Dios. Por la noche, habla con Dios y escúchale, así la última palabra del día será igualmente de Dios y para Dios. También, durante el día, en medio de tus ocupaciones, piensa en la palabra de Dios.
El mandamiento está muy cerca de ti, en tu corazón y en tu boca para que lo cumplas (Dt 30, 14).
En los libros de la Biblia Dios, que nos habla, nos enseña cómo podemos hablar con él. Como dice San Agustín: «Tu oración es un coloquio con Dios. Cuando lees, Dios te habla; cuando oras, hablas tu a Dios». Así, toda nuestra experiencia se convierte en un diálogo con Dios que habla y escucha, que llama y mueve nuestra vida.
En el siglo V, San Jerónimo dedicó parte de su vida a traducir la Biblia y descubrió que:
Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.
¿Nos habla Dios a través de la Sagrada Escritura? Sí, Dios mismo nos habla a través de la Sagrada Escritura; ella es verdaderamente Palabra de Dios.
Fuente:
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA: Testigos del Señor. Editorial EDICE, 2ª edición. Madrid, 2015.
1. Aprende y colorea los LIBROS DE LA BIBLIA: “Muchas veces y de muchas maneras, antiguamente, habló Dios a nuestros padres; ahora, en esta etapa final nos ha hablado por el Hijo” (Hb 1, 1-2)
Meditamos: Los discípulos estaban reunidos y llenos de miedo. Jesús les trae su PAZ, EL ESPÍRITU SANTO, y los envía a SER SUS TESTIGOS.
Para Vivir: Hoy nosotros, todos los bautizados, somos sus discípulos. Queremos decir :"Señor mío y Dios mío" para ponernos en sus manos de AMOR MISERICORDIOSO, confiados en Él, y con la fuerza de su Espíritu, nos lleve a ser sus Testigos y ser constructores de Paz con los hermanos.
ORACIÓN:
Señor Jesús,
aumenta mi fe
para que confíe siempre
en tu amor misericordioso.
Dame tu Paz,
para que pueda ser constructor de paz
en donde esté; contagiando tu amor a los hermanos. Amén.
- El Papa San Juan Pablo II instituyó la fiesta de La Divina Misericordia para todo el mundo, el 30 de abril de 2000 en la Canonización de Sor Faustina.
ACTIVIDADES:
1. Estamos en PASCUA vamos a repasar lo que es la PASCUA:
Jesús resucitó y vive para siempre.
¡Aleluya!
2. Lee o ve de nuevo el evangelio de Juan y comenta con tus padres y catequistas: Hoy nos hacemos una pregunta hacia nuestro interior ¿Confiamos en Jesús?, ¿En qué momentos de tu vida confías más en Él? ¿En cuáles dudas más?
3. ¿Cómo demostraré hoy mi fe, que creo en Jesús?
Repetiremos a lo largo de la semana, la frase de Tomás: "Señor mío y Dios mío"
Fano nos dice que con la alegría que brota de la fe, transmitamos que hemos experimentado el encuentro con Jesús Resucitado. Movidos por el viento del Espíritu, recibimos una energía eólica que renovará la faz de la tierra:
JESÚS HA SUPERADO LA MUERTE Y NOS PROMETE ESTAR CON ÉL EN LA VIDA ETERNA
Cómo rezar el Via Lucis
Para rezar el Via Lucis, en que compartimos con Jesús la alegría de su Resurrección, proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el Via Crucis:
a. Enunciado de la estación; b. SE PUEDE DECIR SI SE DESEA: V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. c. Presentación o monición que encuadra la escena; d. Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles); e. Oración que pretende tener un tono de súplica
f. Al final de cada estación SE PUEDE DECIR:
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
El Via Lucis es el camino de la luz, del gozo y la alegría vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los discípulos su alegría desbordante que sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de C risto resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma.
Cantamos: "Nada nos separará del amor de Dios"
PRIMERA ESTACIÓN
¡JESÚS VIVE!
¡CRISTO HA RESUCITADO!
En la ciudad santa, Jerusalén, la noche va dejando paso al Primer Día de la semana. Es un amanecer glorioso, de alegría desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la muerte.
¡Cristo vive! ¡Aleluya!
Del Evangelio según San Mateo 28, 1-7. (cf. Mc 16, 1-8; Lc, 24, 1-9; Jn 20, 1-2).
Comentario
En los sepulcros suele poner 'aquí yace', en cambio en el de Jesús el epitafio no estaba escrito sino que lo dijeron los ángeles: '¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado' (Lc 24, 5-6). Cuando todo parece que está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: 'hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Noticia' (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él. Cristo, que ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose plenamente por amor, ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del pecado, y ahora su resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.
Oración
Señor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba.
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS SE ENCUENTRA
CON MARÍA MAGDALENA
María Magdalena, va al frente de las mujeres que se dirigen al sepulcro para terminar de embalsamar el cuerpo de Jesús. Llora su ausencia porque ama, pero Jesús no se deja ganar en generosidad y sale a su encuentro.
Del Evangelio según San Juan 20, 10-18 (cf. Mc 16, 9-11; Mt 28, 9-10).
Comentario
La Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres que saben hacer de él entrega. María ha buscado al Maestro y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin fisuras, y pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente, porque nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia del hortelano, o de tantos hombres o mujeres que pasan, sin que nos demos cuenta, a nuestro lado.
María Magdalena, una mujer, se va a convertir en la primera mensajera de la Resurrección: recibe el dulce encargo de anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.
Oración
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que la primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún momento había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo. Nosotros te queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Señor.
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS SE APARECE A LAS MUJERES
Las mujeres se ven desbordadas por los hechos: el sepulcro está vacío y un ángel les anuncia que Cristo vive. Y les hace un encargo: anunciadlo a los apóstoles. Pero la mayor alegría es ver a Jesús, que sale a su encuentro. Del Evangelio según San Mateo 28, 8-10.
Comentario
Las mujeres son las primeras en reaccionar ante la muerte de Jesús. Y obran con diligencia: su cariño es tan auténtico que no repara en respetos humanos, en el qué dirán. Cuando embalsamaron el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan rápidamente que no pudieron terminar ese piadoso servicio al Maestro. Por eso, como han aprendido a querer, a hacer las cosas hasta el final, van a acabar su trabajo. Son valientes y generosas, porque aman con obras. Han echado fuera el sueño y la pereza y, antes de despuntar el día, ya se encaminan hacia el sepulcro. Hay dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra que cubre la estancia donde está colocado el Señor. Pero ellas no se asustan porque saben poner todo en manos de Dios.
Oración
Señor Jesús, danos la valentía de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a cualquier obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores, sepamos confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que nuestro único móvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque, como aquellas mujeres, y las buenas mujeres de todos los tiempos, queremos estar, desde el silencio, al servicio de los demás.
CUARTA ESTACIÓN
LOS SOLDADOS CUSTODIAN
EL SEPULCRO DE CRISTO
Para ratificar la resurrección de Cristo, Dios permitió que hubiera unos testigos especiales: los soldados puestos por los príncipes de los sacerdotes, precisamente para evitar que hubiera un engaño. Del Evangelio según San Mateo 28, 11-15.
Comentario
Los enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser robado por sus discípulos y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la guardia. Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qué acertado es el comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados: "Si dormíais ¿por qué sabéis que lo han robado?, y si los habéis visto, ¿por qué no se lo habéis impedido?". Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos quieren ocultar el acontecimiento de la Resurrección y, con dinero, compran a los soldados, porque la verdad no les interesa cuando es contraria a lo que ellos piensan.
Oración
Señor Jesús, danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca negociemos con la ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega, que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses. Que te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida.
QUINTA ESTACIÓN
PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN
EL SEPULCRO VACÍO
Los apóstoles han recibido con desconfianza la noticia que les han dado las mujeres. Están confusos, pero el amor puede más. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la rapidez de su esperanza.
Del Evangelio según San Juan 20, 3-10 (cf. Lc 24, 12).
Comentario
Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el alma esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario quedan grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no es una vana ilusión: es un hecho de la historia, que va a cambiar la historia. Después de este hecho, el Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su amor; y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en la fe, recibió una visita personal de Jesús. Así nos lo cuenta Pablo y Lucas: "[Cristo] se apareció a Cefas y luego a los Doce" (1 Cor 15, 5; cf. Lc 24, 34).
Oración
Señor Jesús, también nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin dejarlo para después. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan en tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte.
SEXTA ESTACIÓN
JESÚS EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS
A LOS APÓSTOLES
Los discípulos están en el Cenáculo, el lugar donde fue la Última Cena. Temerosos y desesperanzados, comentan los sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jesús se presenta en medio de ellos, y el miedo da paso a la paz.
Del Evangelio según San Lucas 24, 36-43 (cf. Mc 16, 14-18; Jn, 20, 19-23).
Comentario
Cristo resucitado es el mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en Nazaret, el mismo que recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo milagros, el mismo que lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para morir en la Cruz. Jesucristo, el Señor que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero los apóstoles apenas pueden creerlo: están asustados, temerosos de correr su misma suerte. Es entonces cuando se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la señal de su victoria sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido el precio de nuestra redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo Jesús que los eligió como amigos, y ahora come con ellos. El Señor, que se ha encarnado por nosotros, nos quiere mostrar, aún más explícitamente, que la materia no es algo malo, sino que ha sido transformada porque Jesús la ha asumido.
Oración
Señor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso cuando no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existió en la historia, sino que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y, después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo.
SÉPTIMA ESTACIÓN
JESÚS ES RECONOCIDO
AL PARTIR EL PAN
Esa misma tarde dos discípulos vuelven desilusionados a sus casas. Pero un caminante les devuelve esperanza. Sus corazones vibran de gozo con su compañía, sin embargo sólo se les abren los ojos al verlo partir el pan. Del Evangelio según San Lucas 24, 13-32
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús (...). Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo (...) Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, Él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: "Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída". Y entró para quedarse con ellos.
Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció. Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?"
(cf. Mc 16, 12-13)
Comentario
Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres que ven con perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No acaban de confiar en el Señor. Sin embargo Cristo "se viste de caminante" para iluminar sus pasos decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su corazón, sin terminar de entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegría y amor. Hasta que, puestos a la mesa, Jesús parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y descubren que era el Señor. Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va acompañando en nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar su Palabra y compartir el Pan.
Oración
Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡tantas veces estamos desengañados y tristes! Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos.
OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS DA A LOS APÓSTOLES
EL PODER
DE PERDONAR LOS PECADOS
Jesús se presenta ante sus discípulos. Y el temor de un primer momento da paso a la alegría. Va a ser entonces cuando el Señor les dará el poder de perdonar los pecados, de ofrecer a los hombres la misericordia de Dios.
Del Evangelio según San Juan 20, 19-23 (cf. Mc 16, 14; Lc 24, 36-45).
Comentario
Los apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero eso no importa ahora, porque Cristo está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del amor, la cercanía del Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él les va a ayudar a abrir de par en par su corazón para acoger a todo hombre. Durante la Última Cena les dio el poder de renovar su entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos momentos, les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los pecados. Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo precioso que Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con Dios después de haberlo abandonado por el pecado, la reconciliación.
Oración
Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma, devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate cristiano.
NOVENA ESTACIÓN
JESÚS FORTALECE LA FE
DE TOMÁS
Tomás no estaba con los demás apóstoles en el primer encuentro con Jesús resucitado. Ellos le han contado su experiencia gozosa, pero no se ha dejado convencer. Por eso el Señor, ahora se dirige a él para confirmar su fe.
Del Evangelio según San Juan 20, 26-29
Comentario
Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles, y busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es más bien una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece para reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar pegados a Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no lo veamos!
Oración
Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás, queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera.
DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEA
Los apóstoles han vuelto a su trabajo: a la pesca. Durante toda la noche se han esforzado, sin conseguir nada. Desde la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo. Y la obediencia les otorga una muchedumbre de peces.
Del Evangelio según San Juan 21, 1-6a
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?". Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la rea a la derecha de la barca y encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor".
Comentario
En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen en el trabajo con Pedro. La barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner por obra el mandato del Señor: "seréis pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes. En las circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina. El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.
Oración
Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o absurdas, porque sólo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros.
DÉCIMA PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS CONFIRMA A PEDRO
EN EL AMOR
Jesús ha cogido aparte a Pedro porque quiere preguntarle por su amor. Quiere ponerlo al frente de la naciente Iglesia. Pedro, pescador de Galilea, va a convertirse en el Pastor de los que siguen al Señor.
Del Evangelio según San Juan 21, 15-19.
Comentario
Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jesús son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los suyos: siempre está abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe amar. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro, de un hermano, de un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus sucesores son "el Siervo de los siervos de Dios".
Oración
Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio.
DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS ENCARGA SU MISIÓN
A LOS APÓSTOLES
Antes de dejar a sus discípulos el Señor les hace el encargo apostólico: la tarea de extender el Reino de Dios por todo el mundo, de hacer llegar a todos los rincones la Buena Noticia.
Del Evangelio según San Mateo 28, 16-20. cf. Lc 24, 44-48.
Comentario
Los últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos últimos instantes con Él. Pero el Señor pone en su horizonte toda la tarea que tienen por delante: "Id al mundo entero...". Ese es su testamento: hay que ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y oído. Están por delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano: predicar, hablar de Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a ser hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio, para parecerse cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.
Oración
Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de predicar la Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.
DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN
JESÚS ASCIENDE ALCIELO
Cumplida su misión entre los hombres, Jesús asciende al cielo. Ha salido del Padre, ahora vuelve al Padre y está sentado a su derecha. Cristo glorioso está en el cielo, y desde allí habrá de venir como Juez de vivos y muertos.
De los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11 (cf. Mc 16, 19-20; Lc 24, 50-53).
Comentario
Todos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separación, pero el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les sacan de esos primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría, la Buena Noticia, hasta los confines del mundo, porque contamos con la compañía de Jesús, que no nos abandona. Y no podemos perder un instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en su servicio.
Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza de acompañarlo un día en su Reino. Y está sentado a la derecha del Padre, hasta que vuelva al final de los tiempos.
Oración
Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría.
DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN
LAVENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS
La promesa firme que Jesús ha hecho a sus discípulos es la de enviarles un Consolador. Cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu Santo se derrama sobre la Iglesia naciente para fortalecerla, confirmarla, santificarla.
De los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4
Comentario
Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no quedarán solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre de la Iglesia, reciben el Espíri tu Santo. Él es el que llena de luz la mente y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso para predicar el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en peregrinación por este mundo. El Espíritu Santo la guía a lo largo de la historia de la humanidad, pero también a lo largo de la propia historia personal de cada uno, hasta que un día participemos del gozo junto a Dios en el cielo.
Oración
Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez más y te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso.
ORACIÓN FINAL
Señor y Dios nuestro,
fuente de alegría y de esperanza,
hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo;
haz que la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite
para dar testimonio de Jesucristo
en medio del mundo.
Te pedimos por tu Santa Iglesia:
que sea fiel reflejo
de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo,
manifieste al mundo los tesoros de tu amor,
santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a todos los hombres